El campo español, buena parte de él, atraviesa muchos problemas por una fuerte sequía en las cuencas más importantes del país, que afecta a secanos y regadíos de la vertiente atlántica y de la cuenca del Ebro y a los regadíos de las cuencas mediterráneas. No obstante, quiero resaltar una vez más que el verdadero problema lo tenemos no ya en la falta de apoyo a los agricultores, sino en la guerra abierta contra ellos. Los distintos gobiernos autonómicos siguen empeñados en fijar su idea de lo que es un agricultor profesional y de adaptar las normativas y subvenciones comunitarias y, de camino, de cargarse a la pequeña explotación y a la agricultura familiar. Como las subvenciones de poca cuantía se han ido perdiendo por las decisiones de la PAC, algunas cooperativas valencianas tuvimos la idea de agrupar esos expedientes en uno más grande, gestionado por las cooperativas y repartido luego entre los socios. No hubo negativa a este intento pero luego han venido las trabas. No sólo a estos pequeños productores agrupados, pero sobre todo a ellos, han empezado a llegarles fotografías de sus parcelas en las que se incurría en incumplimiento de la condicionalidad del Pago Único, referidas a los siguientes casos: tener un surco de regadío para unas patatas de autoconsumo en medio del olivar, tener un montón de leña que hay que descontar de la subvención a esa parcela, tener un vehículo o enser abandonado junto a la casa de campo en la que se inserta la parcela, tener la hierba alta y ser sospechoso por tanto de no tener el campo cuidado, etc. A su vez, inspección de trabajo persigue con afán a los productores de cereza de la Montaña de Alicante, por si trabajan en la recolección miembros de la unidad familiar, como toda la vida, que no estén dados de alta en la Seguridad Social, que estén en el paro o jubilados. A su vez, no olvido un tema en el que insisto, el castigo fiscal a los que tienen una doble vía de ingreso, una de ellas agraria, por pequeña que sea. Con la ley en la mano, desde fuera, desde el mundo urbano, desde la gran agricultura profesional, todo muy lógico, muy legal, hay que cumplir la Ley. En mi opinión, un exceso de celo intencionado, que ya me gustaría ver para otros, que pretende terminar con la pequeña agricultura familiar, muchas veces no profesional, la única viable en muchos sectores. Luego, ya saben, ¡qué pena!, el campo se abandona, los pueblos se vacían, el paisaje se pierde, bla, bla, bla.