En este espacio de reflexión les propongo un sencillo juego. Imaginen por un momento que un cargo público importante del Partido Popular estuviese de acuerdo con quienes dicen que un Tribunal Superior de Justicia practica el «activismo político». Imaginen que ese cargo relevante de un gobierno del PP afirmase, además, que un Tribunal Superior de Justicia dicta sentencias o realiza actuaciones para «hacer daño».

No les costará trabajo suponer que vendrían reacciones en cadena. Mensajes pidiendo respeto a los magistrados, las redes llenas de comentarios, etiquetas y memes acusando al cargo público del PP de cuestionarse la democracia y la separación de poderes. Hasta alguien habría que pediría su dimisión.

Pero si esto mismo lo dice, como lo ha dicho, el presidente de les Corts Valencianes, el Sr. Enric Morera. No hay problema. La segunda autoridad de nuestra Comunitat puede atacar a los miembros del TSJCV de actuar no conforme a su criterio sino para hacer daño y puede difundir que se les califique de activistas políticos.

El pasado día 26 afirmó el Sr. Morera en su cuenta de Twitter que «el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana sabe el daño que pueden ocasionar las medidas cautelares al sistema educativo y a los estudiantes. Es gravísimo», así como le dio la razón y difundió que «el TSJCV ha descubierto una nueva forma de activismo-político-judicial: La cautelar». No hay problema. No pasa nada. No es del PP.

Seguro que recuerdan cuando hace unas semanas un senador de Compromís rompía una foto de la presidenta de la Junta de Andalucía en la tribuna y luego la llamaba «Gusana» en una red social. Esto lo recuerdan porque sí fue noticia pero ya salió inmediatamente Mónica Oltra para justificar que «quien siembra vientos€» (Un argumento, por cierto, bastante inquietante).

¿Imaginan por un minuto si hubiese sido un diputado o senador del PP el que rasga la foto de la Sra. Oltra y la insulta? ¡No tiene España para correr! Sería calificado como un machista que debería abandonar las instituciones inmediatamente. Un energúmeno que no cree en la democracia. No pasa nada. No hay problema. No es del PP.

Hace poco, la concejal de Cultura de Alzira (Compromís) en su cuenta de Facebook bromeaba con sus amigos sobre si «todavía quedaban iglesias, si no las habían quemado todas». Todo muy gracioso, puro sarcasmo, elevado humor intelectual...

Imaginemos que con el mismo sarcasmo, la misma risa, la misma broma lo escribe un concejal del PP sobre una mezquita o sobre algún episodio de la Guerra Civil. ¿Qué pasaría? Seguro que lo han adivinado. Pero no pasa nada, no hay problema, no es del PP.

Este tipo de actuaciones, declaraciones en las instituciones, en redes o televisiones de quienes se llenan la boca de presumir y dar lecciones de democracia constatan que su hábitat natural es la oposición. Están demostrando cada día que prefieren el slogan a la gestión, que dedican más tiempo a ir por los platós a hablar de «lo malo que ha sido, es y siempre será el PP» que a resolver los problemas de los valencianos, alicantinos y castellonenses.

Lo importante, lo esperanzador, es que la ciudadanía ya empieza a estar cansada, porque no se pueden esconder bajo el eslogan para todo y todo el tiempo. Que están ahí para ofrecer soluciones, para gestionar. Esa estrategia de dedicar más tiempo al ataque que a la gestión les volverá a servir, no tengo duda, pero para regresar de vuelta a casa. Donde la ciudanía está comprobando que se encuentran más cómodos, en la oposición.