Con el verano llega la subida de temperaturas y es sabido que el calor aumenta los conflictos, nos vuelve más irritables y es sinónimo de tirantez entre las personas. El 33 % de los divorcios se producen en estas fechas. Si aplicamos esta pauta conductual al ámbito de la política valenciana vemos que se cumple la norma. Con creces.

Ciudadanos inició el solsticio con un conflicto de difícil pronóstico para su organización en la comunidad. Alexis Marí ha decidido abandonar el partido y ha arrastrado con él a un tercio de los diputados de Ciudadanos. Sus declaraciones poco afortunadas sobre las sobredosis de colacao de Albert Rivera -entre otras perlas- hacían prever el desenlace. Habrá que ver si la formación naranja es capaz de recuperarse del golpe de cara a 2019.

El Partido Popular ha cerrado en falso su crisis provincial en Valencia con una gestora. No ha sido un político de pura cepa valenciano el elegido: se ha optado por Rubén Moreno, hombre con fama de estar siempre en el lugar y momento oportuno.

En Podemos han apostado de forma clara por Antonio Estañ, que ha ganado la partida a la candidata de Pablo Iglesias, Pilar Lima. A la senadora se le achacaba estar siempre cerca del poder. En este caso, el todopoderoso Iglesias no se ha salido con la suya y tendrá a un líder que desea cortar amarras con Madrid y propiciar un carácter federalista y menos subrogado al poder central podemita.

El calor también ha dilatado los puntos de unión de Compromís. Los ataques de Pablo Iglesias a la organización a cuenta de la moción de censura a Mariano Rajoy, con cargas dirigidas a la propia Mónica Oltra, han disparado el termómetro. Además, el exceso de protagonismo de la vicepresidenta ha provocado que en el socio mayoritario de la coalición, el Bloc, haya saltado su coordinadora nacional, Águeda Micó, para declarar que Oltra no es la líder política de Compromís. La fortaleza del partido ha quedado en entredicho con la dimisión del colíder del Bloc, Rafa Carbonell, por discrepancias en la política educativa de su partido.

Y víctima también de la ponentà son los socialistas. Como cabía esperar, los sanchistas quieren ajustar cuentas con Ximo Puig. Veremos en qué acaba la guerra civil socialista y si es posible cicatrizar las heridas de la contienda. Aunque todos sabemos que en política las heridas curan lentamente.

Confiemos en que pase pronto el calor que tanto altera, incluso la ambición, porque cuando ésta supera a la capacidad, el desastre está asegurado.