Hace años que se viene señalando que la capa de ozono de la estratosfera, sobre la Antártida, se estaba recuperando. El Protocolo de Montreal, de 1987, estaba consiguiendo en la capa de ozono lo que ningún acuerdo o protocolo de reducción de emisiones de CO2 ha conseguido hasta el momento. Ni siquiera el de París. Tiempo al tiempo. Pero resulta que una reciente investigación publicado en Science ha señalado que aunque el mal llamado «agujero» de ozono -es un adelgazamiento en la ozonosfera, pero no un agujero- experimenta desde hace años una tendencia a su reducción, por tanto, a la recuperación de la capa de ozono, esta reducción es más lenta de lo que se pensaba. Y ello debido a los efectos que estaría provocando un compuesto químico, el diclorometano o cloruro de metileno, que no fue incluido en el listado de productos cuya fabricación se debía prohibir dentro del Protocolo de Montreal. Entonces no se vio que pudiera ser una amenaza debido a la corta vida de este compuesto en el aire. Sin embargo, su utilización masiva en algunos procesos industriales (disolventes, aerosoles, pesticidas), se ha disparado en los últimos años, ocasionando una ralentización en la recuperación de la capa de ozono de la estratosfera. Esto se comprueba al analizar los datos de los niveles de ozono en la estratosfera del polo Sur, de los últimos años. Una noticia inquietante. Nos las prometíamos felices en este problema ambiental global, pero no podemos ser tan optimistas. La solución: reducir o prohibir la producción del diclorometano. Si no, el problema del «agujero» de ozono seguirá algunas décadas más de lo previsto entre nosotros.