«Tota pedra és suprema per al clarivident i per als saurins de l´ultrason. Tot còdol és prodigiós i tot palet cabdal per a l´home encerclat de grues locomòbils». J. V. Foix, 1935.

Xàbia es un bosque de grúas. Artilugios espantosos y desproporcionados que incordian arbitrariamente a los vecinos y contaminan el paisaje. ¿Será posible que el ayuntamiento paralice las obras durante los meses de verano? Para que quienes pagan impuestos puedan descansar sin padecer ruidos e incordios extemporáneos. Acompañan las tareas de mantenimiento y jardinería que, sin horas ni días, parecen ser más eficaces cuando más decibelios provocan. Si hay 4.200 pueblos de España en riesgo de desaparición por abandono, también hay municipios expuestos a morir de éxito.

Depredadores. La otra cara del turismo sin límites -la industria boyante en la Comunitat Valenciana- es la acción depredadora del visitante y la congestión de las infraestructuras. Son insuficientes los recursos y servicios por concentración de la demanda y la estacionalidad que convierten la actividad turística intensiva en un espejismo asocial. Genera empleo precario y de baja calidad. El fenómeno turístico en el litoral de la Comunitat Valenciana ha recuperado la aceleración que perdió con la crisis económica e inmobiliaria que eclosionó en 2008. Xàbia sufrió el impacto. Sus habitantes acusaron el desempleo y la caída notable de la inversión en vivienda vacacional. Entre 2016 y 2017, Xàbia confirma la recuperación y vuelve a las andadas, sin control de las administraciones local y autonómica.

La lección. Xàbia en temporada alta está saturada. La resurrección de la construcción y la salida de la atonía productiva tendrán efectos irreparables si políticos y gestores públicos no son capaces de ordenar el crecimiento y limitar sus excesos. Ya hay muestras indelebles de lo que nunca debió ocurrir. Carece de infraestructuras adecuadas para dar servicios a una población que puede multiplicarse por cinco. El anticipo sucedió en septiembre de 2016 en el incendio que arrasó más de 800 hectáreas de bosque bajo en el paraje de la Granadella, Cumbres del Sol, las zonas residenciales de Adsubia y Pinosol, donde ardieron decenas de casas en las que no tuvieron ni la oportunidad de salvar los vehículos. Quedó claro en la evolución de la catástrofe que los servicios municipales, con abundantes efectivos, perdieron el control de la situación y que fue la ayuda externa -especialmente la Unidad Militar de Emergencias- y la de expertos voluntarios, la que permitió encauzar las operaciones hasta que la evolución de los elementos llevó al fuego por el barranco de la Granadella, literalmente, hasta el mar.

Reincidir. La lectura de la dura experiencia del incendio de 2016, al cual le había precedido el de la Plana del Cap de Sant Antoni en 2015 -que también llegó al mar por el Tangó- y donde la UME sacó las castañas del fuego al desbordado Ayuntamiento de Xàbia, eficaz en cobrar impuestos, para obsequiar a los residentes con un presupuesto de fiestas que supera los 800.000 euros. Es escandalosa la falta de acciones relacionadas con la prevención de incendios y la ausencia de actuaciones para combatir el avance del fuego, que tiene carácter cíclico. El paraje de la Granadella ha ardido de forma masiva dos veces en la última década y por tanto la repetición del desastre es solo cuestión de tiempo.

Al azar. En el verano de 2017, caracterizado por la sequía, el adelantamiento de las altas temperaturas prolongadas y la afluencia masiva de turistas es probable que se repita un accidente incendiario. Detrás de todo bosque quemado está la mano del hombre, intencionada o fortuita. Siempre irresponsable y a su vez inevitable. Se debía haber limpiado el bosque junto con una poda preventiva del arbolado y la consiguiente retirada de los restos dispersos por el monte y que son susceptibles de facilitar la ignición y la propagación del fuego. ¿Después de la experiencia de 2016, por qué no se han abierto más accesos a la Urbanización del Tossalet, para facilitar la evacuación de las personas y el acceso de los medios de extinción? Tardaron toda una noche en desalojar a los residentes en el Tossalet y tuvieron la suerte de que la UME consiguió detener el fuego cuando ya iniciaba su descenso desde los depósitos de agua hacia las casas de la urbanización. ¿A qué están esperando? ¿A que les ocurra lo que pasó en Pinosol donde el fuego lo arrasó todo a su paso? No estaría de más eliminar las raíces de los pinos que levantan calles y carreteras. El alcalde de Xàbia, José Chulvi, es responsable de lo que afecta a sus electores y contribuyentes. Aunque desde su despacho no se vean los estragos de la catástrofe. Las grúas afean y decoran un país sin prevención.