Todos los años a estas alturas de verano es muy frecuente encontrar noticias sobre lo cálido que se encuentra el mar Mediterráneo y los riesgos de gota fría para el otoño. Se vende como que este año es el que mayor temperatura del mar tenemos, que si como consecuencia del cambio climático tendremos más gotas frías. En fin, la mayor parte de los artículos y noticias que se suelen leer carecen de fundamento científico en la misma parte que adolecen de alarmismo y sensacionalismo ligándolo al cambio climático. Esto puede ocurrir incluso en artículos que emanan de entrevistas con expertos, pues las conclusiones que saca el periodista pueden no coincidir con la del experto, ya que se trata de una materia compleja de divulgar. Solo aquellos periodistas con formación y experiencia en la materia pueden transmitirla bien, cosa que a modo de resumen intentaremos hacer como mejor podamos en las líneas que siguen. Antes que nada, si por gota fría entendemos por episodio de lluvias torrenciales capaces de causar inundaciones en una región más o menos grande de una comunidad autónoma, hay que aclarar que en los últimos años se han visto situaciones así en meses cuya temperatura del agua del mar es muy baja. Recuerden el año pasado en la Cuenca del Baix Xúquer y Serpis o de marzo de 2015 en Castelló. Estas situaciones se pueden achacar al cambio climático, pero no es correcto, directamente no se puede ni confirmar ni desmentir, pues la cuenca Mediterráneo en la que vivimos es de las zonas del planeta donde mayor variabilidad climática existe, es un rasgo definitorio de nuestro clima: efectuar estudios y sacar conclusiones para efectuar tales aseveraciones resulta complicado y se necesitan largas series de datos de incluso más de 30 años, como mínimo, para sacar alguna conclusión, sobre todo en pluviometría. La verdadera importancia de la temperatura del mar, que sí que se ha observado un aumento de la misma en los últimos años -pero de la que no podemos sacar muchas conclusiones por la corta serie de datos- es que en caso de darse las condiciones atmosféricas propicias, con vientos de levante en superficie e inestabilidad dinámica en las capas altas de la troposfera, tendremos mayor energía disponible para las tormentas. En otras palabras, es un factor que intensifica el fenómeno, no lo genera. Para achacar los episodios de lluvia torrencial al proceso de cambio climático necesitaremos muchos más años de datos y datos de gran alcance geográfico como los de la Asociación Valenciana de Meteorología (AVAMET). Así que, mientras tanto, no tomen esta incertidumbre de nuestro territorio como excusa para tomarse su día a día de forma ambientalmente irresponsable. Gracias.