"Però el nostre País, després de soportar tants

anys de govern alié, sembla vacilant i com aquells herois dels contes d´infants, se li presenta el camí bifurcat. Quin triar?". Joaquim Reig ('Concepte doctrinal del valencianisme', 1932).

La lucha por el poder en la Comunitat Valenciana se presiente encarnizada en el horizonte electoral de 2019. La derecha política, económica y sociológica se dispone a lograr la recuperación de los enclaves y resortes decisivos en la función pública. El Consell que surgió del Pacte del Botànic -duerme en los laureles- y los ayuntamientos del cambio se conformaron mediante una carambola, a dos y tres bandas, que no resultará fácil repetir.

Villalonga. Fue Antonio Martí Olucha quien al describir el papel que representaron Ignasi Villalonga y él en la organización castellonense de la CEDA en la preguerra civil , dijo "Villalonga es la cabeza y yo los pies". En un ejercicio de imaginación, después de la debacle del Banco de València, hasta su desaparición, a manos de gente del Partido Popular, se puede suponer cual sería la reacción del banquero y político valenciano, Ignasi Villalonga Villalba al comprobar que la casa del Banco de València, que él tanto apreció y aupó, ha terminado albergando la sede de CaixaBank, primera entidad bancaria de Catalunya. En un momento que guarda similitud con el actual, el 25 de noviembre de 1935, Ignasi Villalonga fue nombrado por el Gobierno de la República, gobernador y president de la Generalitat de Catalunya por tres semanas. Villalonga, acompañado por su amigo y continuador Joaquim Reig, marcaron época en la economía, en la política y en la sociedad. El nombramiento de Villalonga para la más alta magistratura catalana sobrevino a raíz de la suspensión del Estatut de Catalunya por los hechos de octubre de 1934 que acabaron con la detención de Lluís Companys y su destitución de la presidencia de la Generalitat. Villalonga, que a partir de 1939, se volcó en la actividad económica, reconoció: "Yo soy un político frustrado, que ha tenido que dedicarse a la banca". Fue cualquier cosa pero nunca mediocre.

Descabezados. El trance de la sociedad valenciana es la carencia de líderes, políticos, empresariales e intelectuales que proporcionen consistencia a la urdimbre social. Si durante la transición a la democracia y en décadas posteriores hubieran existido fuertes liderazgos, depredadores como Zaplana, Olivas, Camps, Correa , Rus o Benavent, "el yonki del dinero", no hubieran sido posibles. Ni se habrían derivado los graves perjuicios para los intereses valencianos que han provocado la extinción del sistema financiero valenciano, con la desaparición de la CAM, Bancaja y Banco de Valencia. El clientelismo y la vinculación política se extendieron hasta las fundaciones, instituciones, corporaciones, confederaciones empresariales y las entidades intermedias de la sociedad. Habrían de haberse mantenido en la independencia institucional por encima de banderías políticas. ¿Quién valora el estropicio y lo que cuesta regenerar el tejido social?

Todo es mío. Durante los veinte años de gobiernos autonómicos ininterrumpidos del Partido Popular se fraguó el acoso y control de estas entidades arraigadas, algunas y de nueva creación, otras. Han dado al traste con entes públicos y asociaciones privadas, la SGR, RTVV, las instituciones feriales o las asociaciones empresariales. En su día fueron ejemplo y germen del movimiento empresarial español. Así se evidenció con la participación activa de la Confederación Empresarial Valenciana en la creación de la CEOE en 1977. Todo funcionó hasta que se politizaron. Las patronales nunca volvieron a ser lo que fueron.

Compromiso. El Gobierno que surgió del Pacte del Botànic en 2015, superado el ecuador de la legislatura se enfrenta a la dura prueba de su reválida en las elecciones de 2019. A menudo se olvida la seria responsabilidad que tiene el Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra ante sus electores y para con la sociedad valenciana. El error de los políticos es pensar que una vez alcanzado el poder ya no sienten que se deben a los votos que les situaron en las atalayas de mando que disfrutan. De ahí la grandeza y la servidumbre que comportan las cotas de poder alcanzadas democráticamente. El político es un servidor público y además se debe a la revisión de las promesas electorales que le permitieron el desempeño de responsabilidades públicas. La lucha por el poder será feroz. Repleta de trampas y estratagemas. Siempre sin piedad por parte de las fuerzas conservadoras que se consideran herederas patrimoniales en el ejercicio de la ortodoxia gubernamental. Y a quienes les funcionó la carambola en 2015 y les tocó en la lotería una conselleria, es posible que no tengan opción a repetir. Para conseguirlo hay que realizar una buena gestión, desmantelar la red que fue concebida por los adversarios para perpetuarse, además de ganar reconocimiento y liderazgo entre los electores. Entender quien ejerce desde la cabeza y dónde quedan los pies.