En 1924, Eglantyne Jebb, fundadora de Save the Children, elaboró la primera Declaración de los Derechos del Niño, conocida como la Declaración de Ginebra, aprobada por la Sociedad de Naciones en 1924 y que es el antecedente histórico inmediato a la actual Convención sobre los Derechos del Niño. Esta Convención nació el 20 de noviembre de 1989 ratificándose por Naciones Unidas. Desde ese mismo momento, los niños y niñas tienen reconocidos sus derechos de manera efectiva en prácticamente todos los países del mundo.

La Convención de los Derechos del Niño es el primer tratado internacional jurídicamente vinculante que reúne los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de todos los niños y niñas del mundo. Desde su nacimiento, la infancia ha podido mejorar su situación, las administraciones han podido orientar sus políticas de infancia de manera más coherente, y la sociedad civil, las ONGs y los propios niños y niñas pueden exigir el cumplimiento de estos derechos.

En los últimos años hemos visto como mejoraba la vida de millones de niños en todo el mundo. Hemos visto cómo se reducía a la mitad la tasa de mortalidad infantil o cómo ha aumentado el número de niños y niñas escolarizados a nivel mundial. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer: millones de niños y niñas en todo el mundo todavía no disfrutan de los derechos que les son propios. En este mismo momento, 263 millones de niños y niñas todavía no van a la escuela, 168 millones trabajan (la mitad de ellos en trabajos peligrosos) y 156 millones de niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento.

Una de las principales vulneraciones contra los derechos de los niños a nivel mundial son las que sufren los niños y las niñas en los conflictos armados. En la actualidad casi 28 millones de niños han sido obligados a huir de sus hogares a causa de conflictos, y solamente en Siria han muerto 16.000 niños desde que empezó la guerra. Desde Save the Children somos testigos directos de esta realidad y trabajamos cada día para evitarla. Una realidad que afecta también a otros países en conflicto como Somalia, Afganistán o Yemen, donde cada año mueren miles de niños. Además, durante los conflictos miles de niñas son convertidas en esclavas sexuales y sufren violaciones sistemáticas por parte de los combatientes.

Los conflictos armados no sólo matan o mutilan a los niños, también les dejan secuelas psicológicas para toda la vida. Los niños que viven en zonas de guerra son testigos de todo tipo de atrocidades, pierden a seres queridos, quedan expuestos al hambre y enfermedades y en muchas ocasiones durante años no pueden ir al colegio. Se estima que más de la mitad de los niños del mundo que no van a la escuela viven en países afectados por un conflicto armado.

Esta realidad, que nos puede parecer muy lejana, nos lleva a preguntarnos: ¿Qué se puede hacer desde España y desde la Comunitat Valenciana?. Es mucho lo que podemos hacer para poner fin a esta terrible situación. En primer lugar, España, uno de los principales fabricantes de armas de pequeño calibre (las que usan los niños soldado), debe dejar de exportar armas a países donde no se garantice el respeto a los derechos de la infancia. La prioridad del Gobierno en materia de defensa debe ser velar por la seguridad de todos los niños que viven en zonas en conflicto y no exportar armas que puedan matarles o que ellos mismos puedan utilizar.

En materia de política exterior, de cooperación y ayuda humanitaria, tanto el Gobierno como el Consell deben aumentar los recursos destinados a cooperación internacional, específicamente a mejorar la situación y el pleno cumplimiento de los derechos de los niños y niñas afectados por un conflicto armado. Es fundamental que se focalice y priorice la atención a estos niños, que se les proteja y que se mejore su situación. Además, España debe aumentar las acciones diplomáticas para evitar el reclutamiento de estos niños en este tipo de conflictos.

Por último, es esencial que el sistema de acogida esté preparado para dar respuesta a las necesidades de todas las personas refugiadas que llegan a España huyendo de la guerra y garantizar que todos los centros de acogida están adaptados a las necesidades de las familias, niños y niñas.

Por todo ello, hoy, cuando celebramos el aniversario del nacimiento de la Convención de los Derechos del Niño, desde Save the Children consideramos que es una inmejorable ocasión para reflexionar sobre lo que hasta hoy hemos conseguido entre todos y lo que todavía nos queda por conseguir. Debemos seguir trabajando por el pleno cumplimiento de los derechos de todos los niños y niñas, especialmente de los más vulnerables, porque es su derecho, porque es nuestra obligación legal y porque estamos convencidos de que, entre todos, podemos conseguir un mundo mas justo para la infancia.