No tenemos vergüenza como humanidad. Nos permitieron vivir en este planeta y disfrutar de sus recursos sin rebasar los límites, pero no nos pareció suficiente. Ideamos explotar los combustibles fósiles hasta que nos conviniera, y utilizarlos para generar energía y para desplazarnos. Y ahí seguimos empeñados en cubrir nuestra atmósfera de gases de efecto invernadero. Sin importarnos las consecuencias para el medio ambiente, para el clima.

Todo es posible en aras al desarrollo sin fin, al crecimiento sin límite. Cada años por estas fecha, se alcanza el máximo nivel de la proporción de CO2 en la troposfera terrestre. Ocurre al final de invierno del hemisferio norte, cuando se hace al mayor gasto de combustibles fósiles para la producción de energía y calor. Hace unos días la NOAA ha hecho público el valor de este indicador, en 2018. Hemos rebasado las 410 partes por millón en volumen (ppmv). Enhorabuena. Lo hemos conseguido. Una vez rebasado el umbral 400 en 2015 que se creía inalcanzable cuando comenzaron las mediciones en Mauna Loa (Hawai) en marzo de 1958, todo es ya posible. Cada 2 años y medio, añadimos 5 partes por millón en volumen más de CO2 a la troposfera. ¿Alguien todavía se cree que vamos a cumplir el Acuerdo de París a finales de siglo?. No tenemos vergüenza.

Algunos países o regiones del mundo tenemos más responsabilidad en este proceso. Pero preferimos adoptar medidas de maquillaje, para quedarnos a gusto con nosotros mismos, pensando que con ello algo se solucionará. Los más irresponsables, que no merecen calificarse de seres racionales, niegan aún el proceso. 410 y subiendo. El año que viene, nuevo record. Y así seguiremos...¿hasta cuanto resistirá nuestro sistema climático?