Érase una vez un tal José Ignacio Wert, otrora señor de la enseñanza nacional, que dictaminó: "Hay asignaturas que distraen", y niños y niñas se vieron privados de la Música como asignatura troncal. Wert, fundador de Demoscopia ("negocio de la intención de voto"; John Müller, 30/04/2016), sumido en la desconsideración, dejó su mojón: la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), y se fue a campar, por lares parisinos, con un sueldo bruto prácticamente de diez mil euros mensuales, como embajador jefe de la Delegación Permanente de España ante la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), claro está, sin ser diplomático de carrera.

¿De qué distrae la música? ¿Del adocenamiento programado? Sin duda. En nada conviene educar en la creación y experimentación, ya que fomentan una peligrosa apertura de miras. La enseñanza musical estimula al alumnado sensibilizándolo, dotándoles de pericia, compromiso, confianza, compañerismo y agilidad mental y psicomotriz. Pero Wert. No el profesor de Historia del Arte. Sino su hermano, el que también presidió Sofres (integrante de TNS Demoscopia adquiriente de la empresa por él fundada); auspiciado por el contubernio gubernamental (PP), cercenó la cabeza de Euterpe, una de las nueve musas griegas, recibiendo las treinta monedas de plata citadas en el Nuevo Testamento cristiano.

Escribió la viuda de Yepes, Marysia Szumlakowska, tras la muerte del sobresaliente músico español, inventor de la guitarra de diez cuerdas: "Narciso con su guitarra inventa sonidos, resuelve dificultades". Y así. Mediante la Wert-maniobra, niños y niñas, fueron privados de un valioso instrumento para resolver. Porque tanto entonces como actualmente, la cuestión es: ¿para qué liberar elevadas esencias que hacen florecer mentes disidentes ante formatos establecidos? Pero la doblez hace que, el actual ministro de Educación, Cultura y Deporte, en la web mecd.gob.es del dos de abril de este año, declare: López Cobos era uno de los más prestigiosos e importantes directores de orquesta españoles de la actualidad", refiriéndose al artista cuya actividad musical se inició a los diez años en un coro, y que públicamente dictaminaría: "La música es una medicina que te ayuda a sobreponerte", ("codalario.com, 14/04/2017).

Morir de música es posible cuando la creatividad supera la mediocridad imperante. Franz Schubert, a los treinta y un años, menesteroso y sin reconocimiento, falleció tras dedicarse fervientemente a la música desde los once años. Clara Wieck, a los cinco años de edad se inició artísticamente dedicando diariamente dos horas de ejercicios al piano, y una de teoría musical; "el mundo de las teclas fue un reino de maravilla. Las teclas le obedecían cual pequeños soldados. A los ocho años, la niña modulaba de manera soberana las notas más apartadas. A los diez años asombraría a un notable músico adolescente (estudiante de música desde los cinco años), el violinista Niccolò Paganini"; ("Clara Schumann. Vivir el Arte", Mathias Henke).

Jamás la conspiración anti educación musical recibió el beneplácito nacional ni el internacional; Andreas Schleicher, director de Educación y responsable del Informe PISA declaró: "España se ha concentrado en legislar y ha dejado de lado la calidad de la enseñanza", ("El Pais", 06/12/2016); "Finlandia en Europa, Singapur en Asia, Canadá en Norteamérica, ponen más énfasis en las destrezas creativas", ("El diario de la educación", 23/12/2016), y el profesorado denuncia que: "En cada cambio de Gobierno (desde 1994-desde Felipe González PSOE-) se haya metido mano a las artísticas".

Este, como cualquier relato, también posee personajes que propician innovaciones educacionales: proyecto Legom, paralelismo de notas y sonidos con piezas Lego; fusión de voces infantiles con la electrónica musical; Yamaha Class Band, sin olvidar el modelo de educación musical integral del filósofo y pedagogo Giner de los Ríos. En Valencia, cuna de artistas, la juventud se moviliza a través de la música como la cantautora y trovadora requenense Esther La Gaia que, con su ukelele, declamó textos de Teresa León y cantó tonadas propias de elocuentes estrofas: "Todos somos inquilinos, inquilinos del mundo"; junto a ella, en la Biblioteca de la Dona, el musicoterapeuta brasileño Ednaldo Santos (bloque sonoro, cajón, tamboril, caxixi), y Juan Castell (bajo guitarra eléctrico), escenificaron las inquietudes del siglo veintiuno.

Aconteció que individuos de exigua ética utilizaron la música como peón a sacrificar en ardides: caso Palau o caso Millet (expresidente del Palau de la Música de Barcelona), "hay muchos partidos implicados en la trama además de CDC-Convergencia Democrática de Cataluña-" ("La Vanguardia", 14/01/2018); caso Palau de Les Arts de Valencia; y en Canarias: "Perestelo (vicepresidente del Cabildo Insular de La Palma-Coalición Canaria-), sobre el auditorio: Esto es corrupción al revés porque ese encargo no existe", ("El Apurón", 12/03/2016). Mientras. Una cohorte de lamedores de suelas, se mantienen impasibles ante el ataque a la enseñanza musical en las aulas. La música ennobleció a la arcaica Rusia del siglo diecinueve a pesar del gobierno autocrático con genios como Borodin, Rimsky-Korsakoff, Musosorgsky, Glinka, Chaikovsky; este último entregado a la música desde los catorce años, tras la muerte de su madre, siendo funcionario del Ministerio de Justicia renunció al puesto para dedicarse a ella; algo impensable actualmente en burócratas políticos. La música es introductora idiomática, eliminadora de barreras, sublimadora de la coexistencia entre seres vivos; periquitos y periquitas gustan de escucharla y las ballenas cantan.

Matilde Salvador, compositora castellonense, derrochaba arte, era hija de violinista y hermana mayor de Josefina, concertista de violín y docente de Música en el Conservatorio de Alcoy; de ambas emanaba el nutritivo néctar de la música. La concertista y compositora Teresina Jordà, junto al ingeniero y pianista Pablo Rueda, en el museo Manaut de Valencia, en un acto en honor de la escritora y poetisa Gloria Fuertes, loaron la música de Schubert con un rondó a cuatro manos. La música es la vida misma: latidos del corazón, traqueteo de máquinas, silbido del viento, susurro arbóreo, algoritmos, y en escritura de guiones para novelas gráficas como afirmaba el dibujante Miguel Ángel Giner: "El ritmo narrativo o está dentro o no haces nada", aseveración lanzada en la presentación de la obra "El día 3", basada en el libro de la periodista Laura Ballester: "La única lucha que se pierde es la que se abandona", sobre el accidente del metro en el año dos mil seis; en la mesa, el psicólogo social Ismael Quintanilla declaró: "Estamos perdiendo las libertades a pasos agigantados". El escritor y músico Salva Alemany, en Playground Art Center, manifestó: "No concibo escribir una historia en la que la música no esté presente; el verdadero músico no puede vivir sin componer"; el dibujante Paco Roca afirmó: "Existe la melodía en el dibujo". ¿En qué planeta viven los responsables de estructurar la Educación? ¿En el de los despropósitos heredados legislatura tras legislatura? Pero la música sobrevivirá. Música no sólo accesible a estudiantes de familias con posibles económicos.

Y colorín colorado. Como dijo Manuel Casañ (cantante de seguridad Social), durante la presentación del documental "Crossroads" en la galería Pepita Lumier: "Me he dado cuenta de que la meta, en sí, es el camino".