No creo que Antonio Tejero Molina, zafio golpista de caricatura que intentó atropellar a la democracia española un día de febrero del 81, lea otra cosa que el diario melillense al que ayer dirigió una carta para salir de su caverna. Pero alguien le habrá dicho que el New York Times hablaba en estos días de unos trogloditas, reaparecidos en la escena española con tufo de golpistas, y no ha querido perderse el protagonismo que le corresponde en esta fama internacional de república bananera que la derecha está cosechando para España en el mundo. Por eso ayer publicó esa carta, reiterando los argumentos patrióticos con los que trató de salvar a España, pistola en mano, pero añadiendo ahora un inesperado gusto por la consulta popular: quiere salvarla como Rajoy, por medio de un referéndum. Rajoy tenía razón cuando tratando de condenar a Mena justificó lo que hizo en que si lo hizo fue porque algo estaba pasando. Lo que estaba pasando era sencillamente un debate sobre la identidad de Cataluña y su proyecto de sociedad en un nuevo Estatut que todavía tardará en venir. Pero no sé si Tejero vuelve ahora porque algo está pasando, y está convencido de que lo que pasa es lo que cuenta el PP, que España se rompe y que un modo de arreglarla podría ser un referéndum, y para echarle una manita al PP ha salido de su cueva y pide que se tome la calle de en medio. Ángel Acebes ponía ayer cara de no gustarle nada esta nueva colaboración a su discurso y le quitaba importancia a la coincidencia del fino ex coronel golpista con la visión de la realidad que él mismo tiene. Pero no creo que la reaparición de Tejero se deba a una conspiración de Zapatero para intentar demostrar que la extrema derecha cuenta con insólitos apoyos y que cada vez va a ser más difícil encontrar en el PP a los añorados centristas, que algunos ven en personas como Piqué o Gallardón, y a los que se obliga a bajar la cerviz por su peligroso sentido común.