La noticia se dará a conocer en breve con la parafernalia propia de los grandes acontecimientos. Cullera tendrá un quinto puente sobre el Júcar para que la nueva variante, llamada a eliminar uno de los puntos negros más sangrientos de la red de carreteras del Estado, pueda salvar el temido río de la Ribera. En la obra, proyectada en forma de viaducto para cruzar uno de los canales naturales de desagüe de las frecuentes inundaciones de la zona, se aplicarán las más modernas técnicas constructivas. La estructura se montará con cimbras autodeslizantes.

El nuevo puente será atirantado, similar en su diseño al que se inauguró en 2007 para detener el deterioro del centenario Pont de Ferro, sometido a una densidad de tráfico excesiva para la escasa dimensión de su calzada. Pero esta vez la plataforma que cruzará el Júcar estará más alejada del casco urbano, en mitad de la superficie de arrozales que rodea la ciudad costera, y formará parte del trazado de la antigua N-332 que pasa a denominarse A-38.

Los dirigentes e ingenieros del Ministerio de Fomento anuncian un «acontecimiento constructivo singular». No es para menos. El sistema de ensamblaje de los tableros de hormigón adaptará el modelo que se puso en práctica en el puente que une la bahía de Cádiz o en el viaducto construido sobre el embalse de Contreras.

La estructura se montará sin apoyos. Las cimbras autoportantes están pensadas para construir puentes con muchos vanos mediante el encaje de dovelas prefabricadas que se sujetan y colocan con una estructura metálica de gran tamaño que se desliza por encima del tablero ya construido para avanzar hasta el otro extremo sujeto a los pilares. Este modelo garantiza un ritmo elevado de construcción. De no haber imprevistos, las obras siempre avanzan con rapidez.

El nuevo viaducto permitirá enlazar el tramo de Sueca con un nuevo ramal construido junto a Favara que evitará tanto la actual travesía de la N-332 que cruza este pequeño municipio de la Ribera Baixa, sometido a un tráfico infernal, como la no menos peligrosa recta que conecta Cullera y Favara, origen de frecuentes accidentes, muchos de ellos mortales.