Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Nos negamos a irnos por sentimiento, pero Gavarda desaparecerá"

Cuarenta familias rechazaron trasladarse al pueblo nuevo y aún reclaman que se regularice la situación del casco antigo

Algunos vecinos de Gavarda charlan en una de las calles del núcleo antiguo. vicent m. pastor

Un capítulo sin resolver del trágico suceso de la pantanada de 1982 es el del pueblo viejo de Gavarda. Actualmente, viven alrededor de 70 personas en un reducido núcleo urbano que sigue presidido por la iglesia y por el bar, motor de la vida social. El miedo a que se vuelva a repetir una situación como la de hace 35 años ha desaparecido. Todos coinciden en que hay una gran calidad de vida, por lo que no tienen razón alguna para cambiar. Gente como Ana Domínguez, de 77 años, se resiste a abandonar su casa. «Gavarda es este pueblo. Lo otro es un municipio nuevo. Aquí estoy muy a gusto», apunta con firmeza.

El recuerdo de la altura que alcanzó el agua en esta zona sigue presente en la fachada de la iglesia. La huella es imborrable. La Generalitat Valenciana proyectó tras las inundaciones un traslado del pueblo al que 40 familias se negaron. 26 años después siguen a la espera de que se regularice su situación.

El objetivo de los vecinos es que se confirmen las previsiones del Plan General de Ordenación Urbana elaborado años atrás para que el casco antiguo, clasificado como suelo agrícola y forestal, sea urbanizable. «Nos quedamos por sentimiento y, hasta hoy, hemos peleado mucho. Lo malo es que, a medida que vayamos falleciendo, el sitio se irá perdiendo y la lucha quedará en vano. Quieren que cerramos las puertas de nuestras casas para siempre», declara Consuelo Oliet.

«La política fue la que marcó el devenir de la localidad. Por aquel entonces, el alcalde quería que se dinamitase todo porque decía que esto era una ruina. Pintaron muy bien los nuevos hogares y la mayoría decidió trasladarse. Muchos pensaban que todo el mal estaba aqui y que éramos los más desgraciados, cuando Carcaixent y Alzira estaban peor. Es lo que hay, nos tenemos que aguantar. Aquí habrá cada vez menos gente. Si sigue en pie, será por nuestros hijos. Es la única esperanza porque sino, Gavarda, la de siempre y hoy llamada, núcleo antiguo, desaparecerá», sentencia Benavent.

Compartir el artículo

stats