En los últimos años, la Generalitat Valenciana ha puesto en marcha iniciativas para intentar revertir el declive de la población de águila perdicera, aunque la tendencia sigue siendo negativa. Según la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife), «la principal amenaza para la especie reside en un alto índice de mortalidad adulta derivado de la persecución directa (disparos, trampas o venenos en cotos de caza menor) y de la electrocución y colisión con tendidos eléctricos». Sobre todo, este último caso ha obligado al Consell a emplazar a los titulares de las líneas a modificarlas o a colocar salvapájaros. Durante tiempo, también se ha achacado a los colombicultores la mayor parte de las pérdidas por su persecución aunque el colectivo presenta más animadversión hacia los halcones.
