La Casa de Sinyent, construcción más representativa del gótico civil de la Ribera, igual que los castillos de Corbera y Cullera lo son de arquitectura militar, o el monasterio de la Murta y la ermita de Sant Roc de Carcaixent del ámbito eclesial, ha sido declarada Bien de Interés Cultural, con categoría de monumento. Así lo aprobó ayer el Consell tras varios años de reclamaciones por parte del Ayuntamiento de Polinyà del Xúquer con el objetivo de tratar de salvar un edificio amenazado de derrumbe. «Para nosotros es un triunfo agridulce porque este decreto tendría que haber llegado mucho antes; no obstante, estamos muy contentos porque es el primer paso para poder protegerla. Ahora tenemos que ser capaces de encontrar una fórmula para no solo mantenerla, sino darle una vida nueva que conserve los vestigios originales que la hacen única en nuestra comarca», explicó Óscar Navarro, alcalde del municipio ribereño.

También conocida como la Granja de Sinyent, está situada en la partida del Gual y es una joya medieval que durante la Edad Media dominó el único paso del río Xúquer entre Alzira y Cullera. Está conformada por un conjunto de edificaciones adosadas a una casa principal y un muro perimetral. Aunque de origen incierto, por su tipología constructiva, los estudios aseguran que data de principios del siglo XIV y estuvo muy cerca de la confluencia de comunicaciones como la vía Augusta o la Sucronense. En su planta baja posee una lonja, hecho que le ha permitido gozar de la consideración preventiva de Bien de Relevancia Local. A su estado original se le añadieron en épocas posteriores varios cuerpos anexos que configuran el actual patio, los cuales respondían a las necesidades de los diferentes usos a los que ha sido dedicado el inmueble. Ya en el «Llibre del repartiment» aparecen referencias a la alquería de Sinyent y su adjudicación a un primer caballero cristiano. Posteriormente, formó parte de las propiedades del Monasterio de la Valldigna, hasta que en el siglo XIX, como consecuencia de las diferentes desamortizaciones de bienes eclesiásticos, pasó a manos privadas.

Una restauración que no llega

En 2011 la adquirió la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) para instalar su campo de experimentación y convertirlo en un centro cultural y social de referencia para el sector primario. Y aunque tienen un proyecto de rehabilitación y es consciente del alto valor histórico, la falta de subvenciones y apoyo por parte de las administraciones ha ralentizado las actuaciones de mejora.

El paso del tiempo ha provocado un grave deterioro en su estructura y hay riesgo de desplome. Tanto que AVA decidió aplicar una serie de medidas, conscientes de que si no lo hacía, a corto plazo podría ocurrir que no quedara nada. Así pues, se apuntalaron algunas estancias, se realizó una limpieza interior y se instaló una cubierta provisional para evitar que las filtraciones de agua aceleraran su degradación. «Era una obligación que se declarara como BIC. Nosotros ya hemos puesto toda nuestra voluntad para poder recuperar el edificio, pero también necesitamos la ayuda de otras instituciones. La intención es que tenga un fin social», sentenció Bernardo Ferrer, vicepresidente del sindicato.