preguntarse por el sentido de la vida no tiene mucho sentido porque cada uno le da a su vida el sentido que mejor le parece. Unos guiados por la religión y otros por su propio y libre pensamiento.

El sentido de la vida no es un problema a resolver, sino una realidad a experimentar, porque a cada uno de nosotros el destino nos ha puesto en este mundo en unas condiciones de salud, dinero y amor completamente diferentes. En la magnífica película de los Monty Pithon's El sentido de la vida, se demuestra que un tema, para muchos transcendental, puede quedar reducido simplemente a una serie de situaciones absurdas.

Pienso que un mundo donde reina la injusticia, la desigualdad y la miseria, y todos los días mueren 19.000 niños de hambre, no puede calificarse más que de absurdo.

Para mi, el sentido de la vida es la misma vida, y la manera en que cada uno puede vivirla porque lo único seguro de esta vida es que a todos nos llegará la muerte y el olvido.

Y ahora que comienza la cuaresma conviene recordar lo que dice la iglesia: Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris (Acuérdate hombre que polvo eres y en polvo te convertirás).

Hace dos mil años, algunos filósofos de la escuela de Epicuro aconsejaban a sus discípulos que después de cumplir las obligaciones naturales de solidaridad con el prójimo, vivieran la vida buscando sentirse a gusto con uno mismo, porque eso es la felicidad.

Algunos cifran su felicidad en el deporte y se pasan la vida corriendo como locos, echando el bofe en carreras maratonianas y todo tipo de competiciones. A otros les da por acumular ingentes cantidades de dinero, porque poderoso caballero es don dinero; y algunos de ellos acaban convirtiéndose en corruptos o corruptores.

También hay personas que creen encontrar su felicidad en la política. Una actividad sumamente peligrosa donde es constante el enfrentamiento diario a cara de perro contra los partidos rivales, incluso con amenazas de muerte. Y también deben protegerse de los navajazos y venganzas de sus compañeros de partido. Al fin y al cabo cado uno se lo monta como mejor le parece.

La vida interior

Antaño, el control de nuestra vida interior fue una preocupación constante de algunos sacerdotes convertidos en directores espirituales.

Ahora aquellos reverendos con sotana se han convertido en psiquiatras, psicólogos, sexólogos, maestros de yoga, echadores de cartas, gurús, chamanes? Aunque afortunadamente todavía queda algún religioso, como mi admirado amigo José Luis Ferrer, un jesuita avant la letre, un león africano que, mediante una fusión de las filosofías de oriente y occidente, dirige varios grupos de fieles, fielas y fielos deseosos de potenciar su vida interior.

Por eso me ha sorprendido este curioso anuncio de la marca Wong en el que se asegura textualmente: «Tendrá más vida interior con Wong». Aunque el padre Ferrer pone en duda la veracidad de este anuncio, la presidenta del colectivo feminista «Antipene» ha declarado que estas recatadas camisetas y calzoncillos pueden ser la solución ideal para pacificar nuestra vida interior, evitando los pensamientos libidinosos que muchas veces son la causa de la violencia de género. La idea no ha caído en saco roto, y en la última asamblea nacional de FECO, (feministas compulsivas), se han tomado dos importantes medidas para la lucha contra el machismo imperante en nuestro país.

La primera, prohibir la lencería para que no se use el cuerpo femenino, con mini braguitas y mini sujetadores, como reclamo publicitario. Y la segunda, recomendar a todas las mujeres que usen las prendas Wong; con lo cual se reestablecerá la verdadera igualdad entre hombres y mujeres.