El Desastre del 98 no sólo puso punto y final a aquel imperio en el que nunca se ponía el Sol. La pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las últimas colonias españolas de ultramar, abrió una profunda crisis económica, política y social que lastró toda la historia de España durante el siglo pasado.

Ángel Adán, coronel de Artillería retirado y presidente honorífico de la Asociación de Amigos del Museo Histórico Militar de Valencia, desveló ayer en el Centro Sociocultural Militar Rey Juan Carlos el alto precio que pagó la sociedad valenciana en la Guerra de Cuba al señalar que "700 soldados valencianos están enterrados en La Habana".

Este investigador de la historia militar explicó que unos "18.000 soldados y oficiales" de regimientos con base en la Comunitat Valenciana fueron enviados a Cuba "entre 1895 y 1896 en 16 expediciones navales que zarparon de Valencia (12), Alicante, Barcelona y Cartagena (2)".

El paludismo, el gran enemigo

Ahora, continúa, "estamos investigando cuántos de esos 18.000 regresaron a casa, porque no se sabe ni cuántos se quedaron a vivir allí, si es que se quedó alguno, ni los que fallecieron poco después de volver a Valencia a consecuencia del paludismo o la fiebre amarilla que habían contraído en la isla". Enfermedades, apunta , que causaron más bajas entre los 200.00o soldados y oficiales que desplazó España a la Gran Antilla, que los 14.000 muertos y heridos en combate que registraron las tropas españolas.

Adán, a pesar de señalar que los soldados españoles disponían del "mejor armamento de la época, como el fusil 'mauser'", destaca que tuvieron que afrontar "una guerra de guerrillas para la que no estaba preparados". Además "su uniforme era inadecuado para soportar las persistentes lluvias y su alimentación escasa". Así recuerda que iban en alpargatas, "por lo que les era muy difícil moverse entre el barro de las zonas pantanosas" y que su rancho básico era "la tajada", un arroz que se guisaban ellos mismos "con tocino y garbanzos y la carne que 'afanaban' sobre el terreno".