Sobre el cartel era el cartel más rematado de la feria, con la presencia del salmantino Juan del Álamo, uno de los líderes del escalafón y el debut del mejicano David Silveti, torero perteneciente a una importante dinastía. Y, además, la lidia de los novillos de Javier Sánchez Arjona, repetidamente triunfadores en esta plaza, suponía también todo un aliciente para los aficionados.

Pues bien, ayer se demostró la veracidad del aserto de que, tarde de expectación, tarde de decepción.

De una parte, el encierro lució cuajo y volumen aunque paupérrimas defensas. Luego, su juego resultó noble y manejable, si bien falto de casta y de fuerzas. Un lote decepcionante para el aficionado pero, con todo, muy aprovechable para los toreros.

Sin embargo, estos también dieron la de arena. Y es que a Juan del Álamo, a pesar de mostrarse placeado y con oficio y poner de manifiesto templanza, sentido de la colocación y un expresivo manejo de las telas, se le vio ligero, rutinario y deslavazado, y la gente no le tuvo en cuenta.

El novillero mejicano Diego Silveti tampoco terminó de convencer en su debut en esta plaza. Perfilero, con la muleta retrasada y siempre al hilo, mostró además un deficiente manejo de los aceros. Sólo brilló ante el quinto en un quite por gaoneras y en los estatuarios con los que comenzó la faena.

En cuanto al rejoneador Mariano Rojo, sobresalió por su clavar reunido y en un emotivo quiebro.