Mario Conde -el hombre que pasó de joven y brillante abogado del Estado a presidente de uno de los mayores bancos de España, Banesto, con sólo 39 años y de ahí a la cárcel- presenta hoy en Madrid su libro de memorias Los días de Gloria (editorial Martínez Roca) ante un aforo completo desde hace días. En la obra, que promete levantar ampollas, el ex banquero caído en picado desde lo más alto asegura que relata "toda la verdad" y añade que lo hace porque los hechos disponen "de la antigüedad suficiente para ser relatados sin violar ninguna norma, ni jurídica ni moral". Entre estos hechos, Conde -que mantuvo estrechas relaciones con el Rey y con su padre- incluye la recomendación que, según su testimonio, le hizo el monarca para colocar al frente de una empresa industrial a un amigo o conocido suyo y revela que fue él quien le avisó de la intervención de Banesto. La Casa del Rey, según informaba ayer el portal Vanitatis, estaba al corriente de las memorias pero nunca de que fuesen a aparecer transcritas conversaciones privadas entre Juan Carlos I y Mario Conde literales, entrecomilladas. De momento, no hay más reacciones.

Conde ha ido avanzando, a través de medios del grupo Intereconomía con el que colabora, los contenidos más sustanciosos -y controvertidos- del libro. En un amplio reportaje publicado en la revista Época el fin de semana se recoge la parte fundamental, centrada en la relación del ex financiero con el Rey. "Conocí a don Juan Carlos mucho antes, al poco de llegar a Antibióticos, allá por 1984, más o menos. Es verdad que fue con ocasión de una regata en la que participábamos ambos, aunque en clases diferentes. El Rey en regata pua. Yo en regata crucero (...)

Fue por mediación de Josep Cusí, empresario catalán y patrón del barco en el que regatea el rey. Siguendo su versión de la historia, ese mismo día o al siguiente fue invitado a Marivent. Conde no recuerda de qué hablaron. Eso dice.

Al Conde de Barcelona, padre del rey, lo conoció gracias a Juan Abelló y entre ambos surgió una amistad. "Ten cuidado, Mario -le advirtió Abelló- Don Juan representa un conflicto para el Rey". De esto hablaron Conde y su majestad abiertamente, explica.

Al poco de ser nombrado presidente, un día sonó su teléfono "y al otro lado de la línea estaba su majestad el Rey". El objeto de la llamada era, en palabras de Conde, "recomendarme a Paco Sitges" para el cargo de presidente de Asturiana del Zinc. "No sé si deberías plantearte nombrarle presidente de Asturiana", transcribe aunque, añade, "con extraordinaria delicadeza, sin presionarme lo más mínimo". Sitges, obvia decirlo, fue elegido presidente de Asturiana, empresa participada mayoritariamente por Banesto.

Más adelante, y cuando empiezan a enfriarse las relaciones con el Jefe del Estado, el abogado escribe "Pero los modos de ser propios de la sociedad española acechaban agazapados, esperando su turno, preparados para cortocircuitar cualquier aventura de advenedizos (...) de ocupar un espacio allí donde se cuece, se cocina y condimenta el verdadero poder. (...) Allí contemplé cómo el Rey era utilizado, aunque fuera simbólicamente, en operaciones financieras. Quizá no tan simbólicamente".

Pero el monarca vuelve a adquirir protagonismo en el momento de la intervención de Banesto. Antes, según Conde, el regente le avisó de la inquietud que provocaba en el PP y en Aznar su entrada en política. Otra de las charlas telefónicas transcritas con literalidad se refiere al supuesto espionaje del Cesid a que fue sometido el financiero. El Rey calla pero le dice a Conde, siempre según él, "me ha llamado el presidente del Gobierno [Felipe González] para hablarme de Banesto y de ti". Ese día le transmite "tranquilidad absoluta". Pero el 28 de diciembre de 1993, a primera hora de la mañana, el Rey vuelve a telefonear: "Me acaba de llamar el presidente del Gobierno. No entiendo nada. Me dice que van a intervenir Banesto. Le he pedido que no hagan ninguna tontería".