Aristócrata y personaje del corazón desde la cuna. Hijo del fallecido Alfonso de Borbón y la mediática Carmen Martínez Bordiu, emparentando a la vez con la Familia Real Española, Luis XIV y los Franco, pretendiente al trono de Francia, duque de Anjou, Luis Alfonso de Borbón tomó ayer el AVE junto a su mujer, la rica heredera venezolana Margarita Vargas, y se plantó en Valencia. Venían a apoyar con su presencia el rastrillo Nuevo Futuro que, a imagen y semejanza del amadrinado por la infanta Pilar en Madrid, organiza desde hace casi 25 años Amparo Corell, la baronesa de Alaquàs, madrina de sus hijos mellizos.

La famosa pareja —discreta, pero con su historial de portadas de papel cuché— llegó con retraso. En el rastrillo, trasladado este año a una nave industrial de la avenida del Puerto, se vendían prendas de piel, camisetas pintadas, libros y hasta alfombras persas. Mientras, llegaba la comida del día: lasaña y paella. Todas querían ver a Luis Alfonso.

«¡Qué guapos son!». Luis Alfonso vestía de sport con jersey rojo. Margarita se alzaba sobre unos altísimos tacones y llevaba un trench del que se despojó enseguida. Besos a decenas, fotos, saludos. No regateraron. «Venimos a Valencia por una buena causa, a apoyar al rastrillo y a su presidenta, a los que tenemos muchísimo cariño, sobre todo a las personas necesitadas». Habló Luis Alfonso. Margarita sonreía. «Venimos con frecuencia a Valencia —añadió— nos gusta mucho, estuvimos las pasadas Fallas».

Una de las primeras paradas fue en un puesto de ropa infantil. Los duques de Anjou, padres ya de una niña, tuvieron mellizos en mayo del año pasado. Segunda parada, la tómbola. Tercera, el tablao de las arrinconàs, un clásico del mercadillo. Allí Luis Alfonso, curiosamente con fama de serio entre los paparazzi, sorprendió a propios y extraños arrancándose por sevillanas. Margarita confesó que también sabe, pero se quedó mirando.

Amparo Corell, encantada. Ya le gustaría a ella tener el reclamo de más famosos como en Madrid. Pero lo importante, recordaba, es la causa: con los beneficios que se obtienen del rastrillo se cubren los gastos de mantenimiento de sus casas de acogida para niños, mujeres maltratadas y reclusas con hijos menores a su cargo durante todo un año.