Piscinas con olas y decenas de toboganes de colores atraen a cientos de bañistas a Munsu, un espectacular parque acuático de Pyongyang donde el bikini está completamente vetado y la entrada cuesta cuatro veces el sueldo mensual de un norcoreano medio.

Si bien Munsu representa la nueva cara de una Pyongyang no ocurre lo mismo con los atuendos de los bañistas, ya que para las mujeres lucir el ombligo todavía es algo impensable.«Nunca se me ocurriría ponerme un bikini. Vaya disgusto le daría a mi marido», comenta entre risas la señora Park, traductora de 29 años. Aún así, de los tres bañadores femeninos expuestos en los maniquíes de la tienda de Munsu con un precio de unos 40 euros llama la atención que uno de ellos presenta un prominente e inusual escote, un detalle que podría delatar que algo está cambiando.