Cuando el Premio Nacional ha coronado otros anteriores, Juan Vidal se convierte, a sus treinta y pocos años, en un caso singular de su profesión.
¿Tantos galardones al comienzo de una carrera abruman o empujan?
Ambas cosas. Intento conllevarlas, pasando del vértigo a la apremiante realidad; depende de las circunstancias.
¿Qué ha sido lo más duro hasta llegar aquí?
El trabajo en sí. Tener que dejar de lado casi todo atisbo de ser humano. Pasar todo el día metido de lleno en la producción, la tienda, la imagen,... abandonando amigos y vida privada. Pero es un calvario elegido y lo acepto.
¿Lo que más le gusta en una mujer?
La autenticidad. Que no se corte o se doblegue a patrones convencionales. Que no prevalezca en ella una corrección más o menos impuesta socialmente. Me encanta un poco de extravagancia, una pizca de picardía junto al «saber estar».
¿Qué es lo que no haría nunca?
Decir «nunca». No me gusta cerrarme a nada. Prefiero la aventura, el riesgo.
A la hora de crear, ¿cuál es el motor más fuerte: la pasión o la razón?
Ahí hay una pelea constante. Cuando parece que va a ganar la razón, la pasión se adelanta. Y nunca me he sentido bloqueado o falto de ideas. Antes de acabar una colección, ya estoy pensando en otra. Saco partido de todo: el cine „soy muy aficionado„, la música, el arte,... Pero también de cualquier situación o un mínimo hecho de la vida diaria.
¿Referentes?
Me interesa el trabajo de todos los modistas clásicos. Estamos en otro tiempo, pero lo que ellos hacían no solo respiraba su época, sino una entrega generosa, un toque de romanticismo, que nos da claves válidas. Es vital conocer el pasado, asimilándolo hacia el porvenir.
La actual superproducción de la moda ¿está matando o ahogando la obra de autor?
En cierto modo. Por eso me apetece el romanticismo, aunque hoy es un lujo. Requiere compromiso y dedicación. Soñar es muy importante.
¿Cómo ve su futuro?
Hoy, color de rosa. El optimismo es un factor positivo, que ayuda a seguir adelante, que proporciona energía. Además, hoy especialmente, me siento contentísimo de estar aquí, al inaugurar un punto de venta de mi ropa en Valencia. Aquí recibí el primero de mis premios; aquí se reconoció enseguida mi trabajo, y ese lanzamiento ha sido decisivo.
