El "Ángel negro", uno de los apodos que le puso la prensa, escribió recientemente al Servicio Penitenciario de la provincia de Buenos Aires para reclamar la libertad condicional.

Inicialmente Robledo Puch, quien está en un penal situado a unos 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, fue condenado a reclusión perpetua después de ser declarado en 1980 culpable de 11 homicidios, 17 robos, una violación y dos secuestros.

La Justicia le concedió como cumplidos los 25 años de cárcel en 1995 y con ese cómputo, en julio del 2000 quedó habilitado para pedir la condicional.

Pero su libertad depende de informes médicos y psicológicos que indiquen que está en condiciones de administrarla, destacaron las fuentes.

Tales informes, apuntaron, no serían demasiado favorables porque el asesino desde hace tiempo "sufre brotes psicóticos, tiene una personalidad perversa y agresividad contenida", según una pericia difundida hace unos años.

Carlos Robledo Puch nació el 22 de enero de 1952 en la localidad bonaerense de Olivos. De familia con recursos, había estudiado piano, inglés y alemán.

Antes de cumplir 20 años ya había asesinado a 11 personas, lo que llevó a la prensa de la época a calificarle también de "Bestia Humana" y "Muñeco maldito".

El último de los crímenes de Robledo Puch es recordado tanto por su ferocidad como por el error que le valió la detención.

Tras entrar en una ferretería para robar en la madrugada del 3 de febrero de 1972 y de matar al vigilante del local, discutió con su cómplice y también lo asesinó de un disparo.

Después quemó la cara y las manos de su secuaz con un soplete para evitar que lo identificaran, pero olvidó sacarle los documentos de identidad. El nombre de Héctor Somoza llevó directamente hasta Robledo Puch, destacan las crónicas de la época.

En julio de 1973 se escapó de la cárcel, pero dos días después fue encontrado y apresado en un bar.

En el penal de Sierra Chica, donde está, todavía se recuerda uno de los brotes psicóticos que padeció en 2001: Se disfrazó con unas antiparras y una capa y quemó un taller diciendo que era Batman.

También han quedado en la memoria colectiva algunas de las frases que dijo durante el juicio.

Al recordar el primero de su crímenes, cometido en marzo de 1971 cuando asaltó una discoteca, se mencionó que Robledo había matado a dos custodios mientras dormían.

"¿Qué querían, que los despertara?", dijo él.

"Esto fue un circo romano. Algún día voy a salir y los voy a matar a todos", fueron sus últimas palabras ante el tribunal de la localidad bonaerense de San Isidro que lo condenó.

Robledo Puch, de 56 años, se dedica ahora a la carpintería.