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Z. Z., georgiano de 37 años, canalizaba, desde hace al menos tres años, las ganancias que otras ramificaciones de la red rusa en la que supuestamente estaba integrado obtenía delinquiendo en media Europa. Así, al menos, lo cree la policía española y las fiscalías anticorrupción de España, Alemania, Suiza y Austria, los cuatro países impulsores de la operación Java.

Según las investigaciones policiales, la organización desmantelada ayer era el brazo financiero de una mafia georgiana especializada, entre otros delitos, en la extorsión, el robo de viviendas, los secuestros y las palizas. Las pesquisas de la policía se han centrado en reunir evidencias de que las joyas y el dinero obtenidos a partir de esas actividades, le llegaban desde toda Europa directamente a Z. Z., quien se encargaba, presuntamente, de convertir desde la Comunitat Valenciana ese botín sucio en billetes limpios.

Uno de los medios era, al parecer, la venta de joyas robadas a través de dos negocios ubicados en Gandia y en Cullera, donde se comercializaban después de haber sido «maquilladas».

Además, la red desarticulada ayer, cuyo cabecilla fue apresado en Barcelona junto con otros 14 presuntos miembros de la banda, disponía de otros establecimientos en Madrid y la Ciudad Condal que fueron registrados ayer, al igual que los de Gandia y Cullera, disponía de métodos propios para engordar las arcas de sus jefes. Como, por ejemplo, cobrar un «impuesto» a otras bandas criminales de menor rango a cambio de permitirles actuar en su territorio.

Los detenidos están acusados de asociación ilícita, blanqueo de capitales, coacciones, extorsiones, tráfico de drogas y tenencia de armas, aunque la imputación final podría incluir también el delito de conspiración para el asesinato. Alguno de ellos estaba reclamado por su país por delitos graves.