Legumbres secas cargadas en Perú. Ése ha sido el último caballo de Troya elegido por la banda de narcos desarticulada la semana pasada en Valencia para introducir en el puerto de esta ciudad un nuevo cargamento de cocaína. Esta vez, han sido 300 los kilos decomisados, y han sido intervenidos cuando la que se cree es la cúpula de la organización está en prisión o imputada, tal como ha venido informando en exclusiva Levante-EMV.

El nuevo hallazgo fue detectado ayer mismo en el recinto portuario valenciano. Y en la misma terminal de contenedores a la que fueron a parar los otros cuatro envíos de los que la Justicia responsabiliza a esta banda. Aquélla en la que trabajaban los cuatro estibadores y los dos policías portuarios arrestados en esa operación.

Funcionarios de Aduanas abrieron el contenedor y se toparon, entre las puertas y los palés de legumbre seca, diez mochilas de grandes dimensiones. Los paquetes de cocaína, una vez pesados, arrojaron la cifra de 300 kilos.

En cuanto se cercioraron de que habían vuelto a interceptar un cargamento de esta droga, los funcionarios alertaron a la Guardia Civil, que ha puesto el caso en manos del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de Valencia.

A los once días de la operación

Además, ha sido alertada la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) del Cuerpo Nacional de Policía. Ambos equipos compartieron la investigación que permitió detener, entre la madrugada del 4 y la mañana del 5 de octubre, a 17 presuntos integrantes de la red. Doce de ellos fueron a prisión, mientras que uno de los presuntos cabecillas, miembro de un clan del barrio valenciano de Natzaret, quedó en libertad aunque imputado, en atención a la grave enfermedad que padece.

De momento, los investigadores responsabilizan a esta red del envío de cerca de una tonelada de cocaína desde Suramérica a Valencia. Así, además de los 300 de hoy, están los 86 interceptados el pasado 30 de septiembre en un contenedor; otros 132 decomisados en julio –hubo dos detenidos–; 111 confiscados en Tarragona –el barco fue desviado desde Valencia por un problema técnico–; y los 286 que aparecieron abandonados junto a un contenedor, tras la fuga precipitada de los encargados de recoger el estupefaciente.