Muchos eran los que sabían desde hace tiempo que en la calle Mezquita de Museros se mascaba la tragedia. Ramón pregonaba a sus vecinos y conocidos que iba a matar a su mujer con un cuchillo pero, o bien no lo tomaron en serio, o bien creyeron que podría juzgarse como una intromisión. La víctima tampoco se atrevió a presentar denuncia alguna contra el que sería su verdugo. Fuera como fuera, ahora Teresa Cuervo Gabero, de 82 años, está muerta. Su marido acabó con su vida tras asestarle al menos cuatro cuchilladas el miércoles por la noche, para después terminar con la suya de un disparo en la cabeza. Era la crónica de una muerte anunciada.

Con este nuevo crimen machista y el hallazgo ayer del cadáver de la mujer desaparecida desde el lunes en Almería -presuntamente asesinada por su pareja-, la violencia machista se ha cobrado en España cuatro víctimas en apenas tres días. La cifra de mujeres muertas a manos de sus parejas asciende ya a 28 casos en 2011.

Decía que le envenenaba

El miércoles por la tarde Teresa se encontraba muy nerviosa tomando un café en el bar donde solía desayunar cada mañana. "Las manos le temblaban y dijo que tenía miedo de subir a casa", explicó Miguel. Desde hace un par de años Ramón Gimeno, de 79 años, tenía una obsesión. "Se le había metido en la cabeza que su mujer y su cuñada le echaban veneno en la comida", explicaron conocidos del matrimonio. Al parecer, él tenía diabetes y como consecuencia de las subidas de glucosa se estaba quedando ciego, pero él lo achacaba a la comida que le preparaba su mujer.

Hasta tal extremo llegaba su delirio, que dejó de dirigirle la palabra a su esposa y se buscó una mujer para que le hiciera la comida. Fue precisamente esta persona y su marido quienes encontraron el cadáver de la víctima. El presunto asesino les telefoneó minutos después de cometer el crimen, en torno a las 21.30 horas del miércoles, y le dijo: "Mañana ven con tu marido, que te encontrarás con una sorpresa".

Poco después de llamar por teléfono a Mar, que vive a escasos metros, el presunto asesino se pegó un único tiro en la sien con una pistola antigua. Según las fuentes consultadas por este periódico, Ramón, que carecía de licencia de armas, había comprado el arma a unos delincuentes de la ciudad hace unos dos meses.

1.900 ? para pagar su entierro

Cuando la Policía Local de Museros llegó al lugar de los hechos, Ramón todavía seguía con vida tendido en la cama y con la pistola aferrada en su mano, moviéndola producto de las convulsiones. Un agente le quitó el arma. Por su parte, Teresa yacía boca abajo sobre un gran charco de sangre en el comedor de la vivienda. La mujer tenía tres heridas de arma blanca en el abdomen y al menos otra en la cabeza. Los agentes de la Guardia Civil encontraron en la casa el cuchillo jamonero que utilizó el asesino. Asimismo, hallaron en la mesita alrededor de 1.900 euros en efectivo y una nota que decía: "Este dinero lo dejo para pagar mi entierro". Para ella no dejó nada.

Una ciudad golpeada por la violencia machista

El municipio de Museros, de unos 6.000 habitantes, ha decidido declararle la guerra a la violencia machista, según dice su alcalde, José María Aznar. En poco más de un año, dos mujeres han muerto asesinadas por sus maridos en esta localidad valenciana. La primera de las víctimas fue Irene Roig, de 57 años y vecina de Meliana, quien fue cosida a puñaladas por su ex pareja, Svetoslav A., en abril de 2010. El presunto asesino se encuentra en prisión por ese crimen. Unas 50 personas se concentraron ayer a las 13.00 horas frente a las puertas del Ayuntamiento de Museros para guardar cinco minutos de silencio en repulsa por el asesinato de Teresa. "Hay que acabar con esta escalada de violencia de género", manifestó el alcalde. i. c. museros