La Policía Nacional ha intervenido en Madrid un auténtico arsenal de guerra y ha desmantelado una "oficina de cobros" -eufemismo narco para designar bandas de sicarios que resuelven los impagos- que, al parecer, estaba en tratos con un narcotraficante mejicano asentado en Valencia y representante de un "cartel" de su país, a quien estaban a punto de enviarle armas para perpetrar varios ajustes de cuentas en distintos puntos de la provincia de Valencia.

La lista de las armas intervenidas impone: un fusil de asalto, dos fusiles AK-47 con silenciadores, dos pistolas con silenciadores, un revólver Magnum 357, un rifle con mira telescópica, dos escopetas, detonadores eléctricos y hasta un lanzagranadas antitanque, además de uniformes de policía, lanzadestellos y otros efectos de uso policial. Incluso una sustancia compacta que está siendo analizada, ya que se sospecha que pueda ser algún tipo de explosivo plástico.

Fuentes policiales informaron ayer de que la investigación, desarrollada a lo largo de 16 meses, ha permitido la detención de los siete presuntos integrantes de un grupo de sicarios que se había instalado en Madrid como satélite de la matriz, ubicada en Colombia.

Los agentes han intervenido ahora porque el envío de armas al mejicano residente en Valencia y los ajustes de cuentas que éste iba a llevar a cabo eran inminentes. Así, interceptaron hace unos días una furgoneta con el arsenal detallado -además de abundante munición- en Leganés, ciudad próxima a Madrid donde tenían su cuartel general bajo la tapadera de un negocio regentado por un colombiano.

Entre los detenidos se encuentra el cabecilla, conocido como "El Conejo", que estaba enzarzado en una guerra con otro líder de una "oficina de cobros" en Colombia por matar a su hermano hace medio año y a su sobrino, hace unos días, y a su lugarteniente, "El Monstruo", buscado por asesinato.

Los detenidos ofrecían todo tipo de servicios, desde el secuestro o las lesiones, hasta el homicidio, al que aludían en clave como "llevarle flores" a alguien, y sus honorarios eran el 50 por ciento de la deuda cobrada. Una de las acciones inminentes que se les imputan -además del negocio de venderle armas a su "socio" mexicano en Valencia- es haber intentado localizar a la hermana de un narco colombiano en régimen abierto en una cárcel madrileña para obligarle a pagar secuestrando a la mujer. Incluso habían pactado "mandarle flores" al preso si ni siquiera así pagaba.