El veterinario de Benijófar detenido por descuartizar el cadáver de su mujer y mandar quemar sus restos a una empresa incineradora de animales seguía ayer en las dependencias de la Guardia Civil de Almoradí.

La titular del juzgado de instrucción número 4 de Torrevieja le ha tomado declaración por un supuesto delito de homicidio, y ha ordenado su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, según ha informado en un comunicado el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, quien ha avanzado que se inhibirá al juzgado de violencia de Orihuela (Alicante), competente en este caso por el lugar en el que supuestamente ocurrieron los hechos.

La investigación sigue barajando varias hipótesis como causas de la muerte de su mujer, argentina de 45 años. La primera de ellas apuntaría a un suicidio, tal y como sostiene el arrestado; otra a un homicidio involuntario. En este extremo se cree que el detenido, M.G., de 46 años, podría haberle practicado una intervención para «ayudarle a adelgazar», dado que, según fuentes próximas al caso, el sobrepeso angustiaba a su esposa, que sufría periódicos episodios depresivos. Esta hipótesis cobra fuerza, si bien tampoco se descartan otras, dado que aún se están recopilando pesquisas.

Lo que estaría confirmado es que el veterinario arrestado no se habría desecho de los restos de su mujer de forma inmediata. Según su propio relato en dependencias de la Guardia Civil, la jornada en la que el detenido asegura que halló el cadáver de su mujer en la clínica veterinaria -el 28 de marzo, Jueves Santo-, la habría descuartizado por las extremidades, separando también cabeza y tronco, y, metiendo los miembros en bolsas de plástico, los habría introducido después en el maletero de su vehículo.

La operación pasaría desapercibida puesto que es relativamente habitual este tipo de traslados desde la clínica veterinaria donde trabaja, aunque suele ser realizada por personal autorizado procedente de la incineradora. Los restos de su esposa habrían permanecido en su coche durante tres días -28,29 y 30 de marzo- hasta que, mientras se encontraba en su domicilio de Dolores, habría decidido sacarlos de nuevo para terminar de descuartizar el cuerpo con la ayuda de un hacha y un cuchillo.

Esta acción, presuntamente, la habría realizado en la parte trasera de la vivienda aprovechando que su hijo se encontraba con otros amigos en la vivienda para pasar inadvertido. Con posterioridad habría introducido los restos en siete bolsas y los habría trasladado él mismo hasta la incineradora de uso veterinario situada en esta población de la Vega Baja.

Normalmente los operarios son los encargados de recoger los cadáveres de animales de las clínicas o de los domicilios de los clientes pero en casos excepcionales, también los reciben.

Lo que al parecer no hicieron fue comprobar el contenido de las bolsas (que él indicó que era «un perro grande») antes de incinerarlas al confiar en que era un cliente habitual. Una vez terminado el proceso el detenido solicitó las cenizas -hecho frecuente entre los propietarios de mascotas-, la guardó, y esparció una parte por distintos puntos de la provincia y el resto las conservó. Algo que está por esclarecer aún es si los restos se incineraron con bolsas, al no comprobarse el contenido y si se corresponden realmente a las del cadáver.

El veterinario confesó a sus hijos lo ocurrido -desde el supuesto suicidio de su mujer hasta la incineración- en el viaje en coche en el que la familia se iba a encontrar supuestamente con la madre, de la que les había dicho, se encontraba de viaje.

Dice que la halló inconsciente

Durante su declaración en las últimas horas, el hombre se mantiene en todo momento en su versión de que halló a su mujer inconsciente e intentó reanimarla, pero no explica por qué no alertó a los servicios de emergencia ni por qué descuartizó el cadáver y lo hizo incinerar.

Por otra parte, las mismas fuentes indicaron que es imposible conocer a qué tipo de intervención quirúrgica pudo haber sometido el detenido a su mujer, en caso de que se confirmara esa línea de investigación puesto que no se pueden realizar pruebas periciales a las cenizas que entregó para esclarecerlo. La sospecha sin confirmar de que efectivamente se produjo una intervención se centra en que la clínica no suele estar abierta en horario nocturno, pero el arrestado dijo que él y su mujer trabajaron en la madrugada del 27 al 28 de marzo en la clínica.

La mayoría de las personas del pueblo consultadas coincidió en que se trataba de una familia muy poco conocida en el pueblo.