El acusado de matar a un religioso en un centro de acogida del barrio de Guinardó de Barcelona el 18 de julio de 2010 reconoció ayer que tenía la fotocopia de una carta sobre supuestos abusos sexuales en la residencia, pero negó haber asfixiado a la víctima para arrebatarle el original con el fin de chantajear a los responsables de la congregación. En un primer momento se creyó que la muerte fue por causas naturales. e. p. barcelona