Un hombre de 65 años murió ayer en Benicarló a causa de un disparo en la cara efectuado, presuntamente, por su vecino al que le molestaban los ladridos del perro de la víctima, un pastor de raza media. Ambos vivían en el mismo bloque de pisos ubicado en el número 85 de la avenida Papa Luna de la localidad, uno de ellos en la segunda planta y el otro en la tercera, y los dos tenían perro. Al parecer, ambos habían mantenido ya varias discusiones por las molestias que presuntamente ocasionaba el can de la víctima e incluso, en el día de ayer, el agresor llegó a advertirle de que le dejara hacer la siesta, según manifestaron algunos vecinos. El presunto homicida trabajaba en un hotel y dijo que necesitaba descansar.

Los hechos ocurrieron alrededor de las tres y media de la tarde cuando varios residentes dieron la voz de alarma al oír unos disparos que se produjeron en el rellano del edificio. Hasta el lugar se desplazaron varias patrullas de la Guardia Civil, la Policía Local, la Policía Judicial y un SAMU, cuyo equipo médico solo pudo certificar la muerte del hombre de 64 años, catalán y que desde hacía 30 años veraneaba en Benicarló. El presunto agresor, vecino de Vitoria, tiene 61 años y reside en Benicarló desde hace un año, aproximadamente.

Pese a que algunos vecinos del mismo bloque desconocían una supuesta enemistad entre ambos, una residente del edificio de enfrente aseguró que, días antes, había visto un coche policial frente el número 85 de la avenida Papa Luna, lo que podría confirmar que ya protagonizaron algún otro episodio violento, aunque este hecho está todavía por confirmar.

Según fuentes consultadas por este periódico, el disparo producido por una escopeta impactó contra la cara de la víctima, en la parte inferior del ojo, y no se pudo hacer nada por salvarle la vida. Las mismas fuentes confirmaron que el supuesto agresor tenía permiso de armas vigente. Tras el trágico suceso, los agentes de la Guardia Civil detuvieron al agresor. También su mujer fue trasladada al cuartel para que prestara declaración. Los trasladaron, uno al cuartel de Peñíscola y otro al de Benicarló, para, al parecer, impedir que se pudieran comunicar.

Alrededor de las seis de la tarde acudió la forense para, junto con el juez de guardia, proceder al levantamiento del cadáver.