La Unesco empezó a alertar en 2010, tras el fortalecimiento de Al Qaeda en Irak y Siria, del peligro que corría el riquísimo patrimonio histórico existente en esos dos países. Los radicales islámicos no sólo han destrozado buena parte del legado cultural de sus ancestros, sino que han encontrado en ese arte una impagable fuente de financiación. La falta de control sobre los fondos patrimoniales, tanto los catalogados como los ocultos aún en yacimientos activos, ha permitido a grupos afines a Al Qaeda primero y al Estado Islámico en estos momentos expoliar a su antojo y vender esas obras de arte a coleccionistas sin escrúpulos de todo el mundo. De hecho, los detenidos en Barcelona por los agentes de la UCO se negaron a revelar con quién habían tratado en Egipto para traer las 36 piezas arqueológicas por temor a las represalias. t. d. valencia