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Análisis del crimen de Cuenca

Un "castigo" cargado de odio

El experto cree que detrás del crimen está «la sed de venganza» y que Morate podría haber acabado con sus vidas sin ayuda

Un "castigo" cargado de odio

El presunto autor de las muertes de Marina Okarynska y Laura del Hoyo, Sergio Morate negó ante la justicia de Rumanía ser el autor del crimen de Cuenca. Sin embargo, a falta de la decisión de los jueces cuando sea extraditado a España, son mucho los indicios que han llevado a la Policía Nacional a apuntarle como el principal sospechoso.

Según las informaciones que han trascendido de las investigaciones, compró días antes la cal con la que intentó eliminar los cadáveres, fue el último en ver a las jóvenes que acudieron a su vivienda y donde se encontró el turismo de Laura. Además huyó rápidamente a miles de kilómetros de España hasta llegar a Rumanía.

Con los pocos datos que se van conociendo, el profesor de Criminología de la Universitat de València, Vicente Garrido, señala que de confirmarse que es el asesino, todo apunta a que habría matado a Marina como «castigo» y por «venganza» y que toda su forma de intentar escapar de la policía ha sido «una chapuza».

«Potencial violento»

Como incide Garrido, es complicado realizar un perfil psicológico ya que no conoce directamente muchos datos personales de su pasado y su vida actual. Eso sí, tenía «un potencial violento», debido a que en el pasado había estado en la cárcel por retener y agredir a su anterior pareja, y que los criminales machistas son narcisistas, puesto que «tienen un gran concepto de sí mismos, no perdonan que no estén con ellos, quieren que les adulen...tienen un autoestima inflada».

Asimismo, el reputado criminólogo recuerda que cuando un asesino machista posteriormente se suicida existe una situación de desesperación y odio. En cambio en casos como el de Morate, que presuntamente escapó del lugar, los criminales pretenden «seguir viviendo y han actuado por puro odio y sed de venganza. Es un castigo hacia la víctima».

Además, aún con los pocos datos que se conocen de su carácter, Garrido sugiere que se trata de un hombre con «problemas para tener relaciones serias» y «misógino». Sobre su forma de actuar después de cometer presuntamente el crimen, el experto Vicente Garrido intuye una persona «limitada moral e intelectualmente».

«Si huyes por la UE no te libras»

«Todo lo que ha hecho es una chapuza», sentencia el criminólogo. «Hoy en día si te mueves por la Unión Europea para huir de un delito no te libras». Si tenía previsto el asesinato, como al parecer se desprende del hecho de que había comprado la cal con anterioridad y que ya había cavado un hoyo con la capacidad de albergar un cuerpo, «podría haber comprado unos billetes de avión para huir a América«, indica Garrido. «Se le complicó el asesinato porque no esperaba que Marina acudiese con su amiga, pero lo podría haber imaginado o previsto...», señala Vicente Garrido.

Aún con una víctima más, el asesino de las jóvenes siguió con su supuesto plan, y eso hizo que los cuerpos fuesen más fáciles de encontrar «porque no había sitio para ambos cuerpos ni cal suficiente». Asimismo, se trataría de una persona que ha cometido su primer asesinato, y por lo tanto «estaría atemorizado». «Esto no es como en las películas. Las personas se alteran muchísimo en estas situaciones», comenta el criminólogo.

¿Necesito a alguien más para cometer el asesinato? Garrido sospecha que no necesariamente. «Es un hombre muy corpulento que podría acabar con la vida de las chicas de un sólo golpe», indica.

Tolerancia cero

Por otro lado, Garrido también pone sobre la mesa el hecho de que Marina mantuviese una relación con un hombre que tenía antecedentes por agredir y retener a otra mujer. Además, el hecho de que acudiese a casa de Morate acompañada hace pensar que le tenía miedo.

No cree que Marina desconociese el pasado carcelario de Morate, puesto que vivía en una ciudad en la que por su tamaño es probable que pudieran saber sobre él. Además, había trabajado en el bar familiar de él en el pequeño pueblo de Palomera donde también contaba con una casa y todos los vecinos se conocen.

Por lo tanto, Garrido apela a la prudencia a la hora de comenzar relaciones con perfiles violentos. «Marina no llegó a conocer totalmente a Sergio, no supo calibrar el peligro que era estar con él al principio ni lo que suponía romper con él», apunta. Así, «Marina le temía pero no calculó el riesgo al ir a su casa, al parecer no llegó a pensar que podría llegar a ser asesinada. Nunca conoció realmente a ese hombre».

Ante este crimen Garrido incide en destacar la necesidad de poner un «stop» antes de comenzar una relación con un individuo de este tipo. El criminólogo ya planteó hace 14 años en su libro Amores que matan la importancia de aprender a « detectar signos que muestren que se trata de una relación de riesgo, donde pueden darse malos tratos».

«Al final empezar una relación es una decisión personal. No va a venir la policía a indicarte que no estés con ese hombre porque podría ser peligroso», señala Garrido, por lo que « se debe evitar a toda costa salir con hombres violentos y más si han maltratado antes. Esa relación es veneno», sentencia.

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