Bajo gritos de «¡asesino!», insultos y familiares de las víctimas clamando justicia, Leonardo M. C. abandonó ayer los Juzgados de Llíria rumbo al centro penitenciario de Picassent después de que la jueza de Instrucción número cuatro de Llíria, competente en materia de violencia sobre la mujer, acordara su ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza. El presunto asesino está acusado de matar a tiros a su expareja y a la madre de ésta, en presencia del hijo de ambos, tras abordarlas en una calle de Llíria el pasado domingo por la tarde.

Para evitar posibles incidentes con la familia de las víctimas, la Guardia Civil había establecido un cordón policial de seguridad desde buena mañana con agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (Usecic) de Valencia. No obstante, la salida del acusado de los juzgados, a las 13.15 horas de ayer, se produjo sin altercados y solamente se acercaron un pequeño grupo de familiares, quienes increparon al detenido en un grito desesperado de desahogo tras el duro golpe recibido pero mostrando en todo momento una actitud ejemplar. Del mismo modo, la familia del acusado prefirió también no estar presente en el pase a disposición judicial condenando así también la acción.

El acusado se acogió nuevamente a su derecho a no declarar, como ya hizo ante la Guardia Civil, y lejos de reconocer los hechos, como cabría esperar tras haberse entregado voluntariamente seis horas después de cometer sus crímenes, Leonardo se niega ahora a confesar la autoría de las muertes. La defensa de éste, ejercida por el despacho Zapata, Bermúdez, Pons y Asociados, incluso apunta la posibilidad de que los disparos fueran efectuados por otro hombre que iba con él y que todavía no ha podido ser localizado. «Ninguno de los testigos lo ha identificado», aseguraron fuentes jurídicas.

Amenazas previas

No obstante, las investigaciones de la Guardia Civil dejan lugar a pocas dudas ya que pese a que el arma homicida todavía no ha podido ser encontrada, todas las pruebas situan al excompañero sentimental de Elvira como el único autor de su muerte y la de su madre. Asimismo el móvil machista del crimen estaría claro al constar amenazas de muerte previas hacia la víctima realizadas por éste apenas dos días antes de llevar a cabo los asesinatos. De hecho, como ya adelantó Levante-EMV, una amiga de Elvira asegura que ésta le confesó que tenía miedo de su exmarido y que le había amenazado con matarla a ella y a su madre si no volvía con él.

Así, incumpliendo la orden de alejamiento que tenía en vigor desde que en abril le propinó una brutal paliza a su esposa, el domingo por la tarde el presunto asesino cumplió con sus amenazas. Después de que su suegra recogiera al niño en la estación de tren, la siguió hasta la esquina en la que la esperaba su hija y de forma sorpresiva y premeditada acabó a tiros con la vida de ambas. Algunos testigos aseguran que incluso remató a Magdalena, de 67 años, cuando ésta se encontraba tendida en el suelo implorando clemencia.

Fuentes del TSJCV informaron que todavía no se ha determinado si se le imputa de dos delitos de asesinato u homicidio. Asimismo, también está acusado de tenencia ilícita de armas, ya que carecía de licencia, y de quebrantamiento de medida cautelar. En los próximos días Leonardo tendrá que ser explorado por un médico forense para descartar si el supuesto trastorno mental, que ya le sirvió para eludir la cárcel, influyó a la hora de cometer los asesinatos.

Gestos de dolor en último adiós a Magdalena y Elvira

Los familiares de Magdalena y Elvira, fervientes seguidores de la Iglesia Evangelista, rindieron ayer un último homenaje de despedida a ambas mujeres asesinadas el domingo. La Iglesia Evangélica de Llíria, situada en la carretera a Marines, se lleno de gente que apreciaba a las víctimas y que mostraron todo su apoyo a los hermanos y al padre y esposo de las fallecidas en estos duros momentos. Tras el funeral fueron enterradas en el cementerio en la más absoluta intimidad.