Los 80 toneladas de cocos naturales que traían los contenedores para camuflar el envío de cocaína siguen en el puerto, sin que el juez haya tomado aún decisión alguna sobre su futuro. Pero no sólo los frutos permanecen abandonados y sin destino: los cuatro contenedores originales en los que llegaron al puerto de Valencia siguen almacenados en un depósito, inmovilizados por el proceso judicial, por lo que su legítimo propietario no puede hacer uso de ellos en tanto en cuanto no lo autorice el juzgado responsable del caso. No es la primera vez que montañas de plátanos o piñas acaban pudriéndose porque nadie decide darles salida u ordenar su destrucción a tiempo. t.d. valencia