«Tengo lagunas, estaba bastante borracho». Ese fue el argumento que puso el joven de 28 años acusado de matar de una brutal paliza a otro, de 30, a las puertas de un salón de banquetes de Albal en marzo de 2014. La víctima, Adrián Pérez Roselló, murió en el Hospital La Fe de Valencia tras nueve días en coma. Un jurado popular juzga desde ayer a su presunto agresor, Carlos B. Ll., para quien el fiscal solicita una pena de 16 años de cárcel por un delito de asesinato con la atenuante análoga de intoxicación etílica.

Durante su declaración en la primera sesión del juicio, el acusado mostró una memoria selectiva sobre lo ocurrido ese día. Por un lado no recuerda cómo llegó a Albal y los motivos de la discusión y posterior pelea con su víctima, pero sin embargo pudo detallar lo que bebió la noche anterior -horas antes de la paliza- en una cena con unos amigos en un restaurante de Valencia. «Nos bebimos dos botellas de vino entre los tres, luego tres cubatas de ron con coca-cola y tres chupitos». A las tres de la madrugada se marchó a una sala de baile donde dijo haber ingerido una botella de ron y algunas sustancias. A partir de ahí, vuelven las lagunas: «Mi siguiente recuerdo es en una sala oscura, adonde no recuerdo cómo llegué».

Los hechos ocurrieron a el 9 de marzo de 2014, cuando la víctima celebraba una fiesta de cumpleaños junto con otros amigos en una sala de fiestas de Albal. El acusado, que también se encontraba en la misma, aseguró ayer no recordar el incidente por el que un joven «con el pelo rapado» lo expulsó de la fiesta.

Entre los recuerdos que sí asegura tener, el acusado afirmó ante el jurado que, una vez fuera, trató de irse pero un grupo de personas comenzó a pegarle. «Yo estaba en el suelo, no paraba de recibir golpes, pensé que me mataban», alegó el presunto asesino. «Conseguí defenderme como pude, estaba muy mareado y desorientado», añadió.

No obstante, la cámara de seguridad de una empresa próxima captó el momento en el que el acusado golpeaba sin piedad a su víctima. Según el escrito del fiscal, el agresor «se colocó a horcajadas sobre el cuerpo del joven, y cuando éste ya se hallaba inconsciente a causa de los golpes, siguió golpeándole con sus puños y estampando su cabeza contra el suelo».

Carlos B., detenido poco después por la Guardia Civil de Alfafar y en prisión provisional desde entonces, reconoció ante la sala que había practicado boxeo y jiu-jitsu.