El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de la Policía de València constató que en el mes de julio, concretamente el día 12, la detenida por el asesinato de su marido, Maje M. C., recibió dos mensajes de texto de un delincuente de la localidad de Sagunt.

Este hombre cuenta con antecedentes por amenazas y además, pertenece a un grupo delicuencial con un amplio historial policial por delito de lesiones. Estas comunicaciones llaman poderosamente la atención de los agentes puesto que el entorno social de Maje está muy alejado del mundo de la delincuencia. Las llamadas que recibe y emite van dirigidas a personas sin antecedentes y que no tienen relación con este ámbito, lo que hace de estos mensajes de texto unas comunicaciones «sumamente significativas» para el caso.

El hecho de que recibiera esos mensajes apenas un mes antes de los hechos, y de que Maje declarara a una amiga que en el hipotético caso de que alguien agrediese a una hija suya, ella sería capaz de «contratar a alguien para que lo mate», llevó a los agentes a barajar la posibilidad de que la acusada y Salva se plantearan contratar a un sicario para que llevara a cabo lo que más tarde se encargaron ellos supuestamente de ejecutar.

Los mensajes se detectaron porque Maje ya tenía el teléfono móvil intervenido por la Policía Nacional tras convertirse en sospechosa al confirmar una relación extramatrimonial con Jose, el publicista, y al lanzar calumnias contra su marido asesinado dejando entrever que era un maltratador psicológico que la controlaba y presionaba.

No fue hasta el 8 de noviembre de 2017, mediante una conversación telefónica entre los detenidos, cuando los investigadores tuvieron constancia de la existencia de la relación amorosa entre Maje y Salva. A partir de ahí descartaron a Jose como posible autor del asesinato de Antonio y enfilaron la línea de investigación correcta.