Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Elecciones

El campo minado de las generales

Los partidos políticos valencianos se enfrentan a unos comicios en los que cambian las alianzas y estrategias y que podría agrietar el Acord del Botànic - Los líderes de la C. Valenciana se ponen a prueba en las urnas

El campo minado de las generales

El portavoz del PSPV, Manuel Mata, utilizó hace unos días la expresión «campo minado» para referirse a los obstáculos que iba a encontrar el Acord del Botànic conforme se acercaran las elecciones generales. El socialista venía a admitir que el pacto que han sellado PSPV, Compromís y Podemos para el cambio de gobierno en la Generalitat se enfrenta a complicaciones El tablero de ajedrez de las generales pide un juego de estrategia distinto al que ha operado en la política valenciana tras el 24-M. Las alianzas serán distintas (el pacto Compromís y Podemos está cada vez más cerca) y los socios de Consell (PSPV y Compromís) pasarán a ser contrincantes en la pelea por el voto de izquierdas.

En sus declaraciones, Mata fue optimista al asegurar que las minas se «sortearían», al tiempo que instó a mejorar las relaciones personales entre los diputados del tripartito. Esta estrategia (crear lazos personales que estén por encima de los intereses políticos) se ha trasladado ya en reuniones privadas. No le ha ido mal, de momento, al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y a la vicepresidenta y líder de Compromís, Mònica Oltra, quienes parecían condenados a no entenderse, y, sin embargo, han logrado una buena relación personal que ha facilitado la gestión diaria.

A nadie se le escapa que lo que está en juego el próximo 20 de diciembre (Rajoy dio entender que ese día se celebrarán las elecciones) trasciende a la política valenciana. El objetivo de llegar a la Moncloa condiciona a todos los partidos políticos valencianos y el Acord del Botànic corre serios riesgos de agrietarse. También sus líderes se enfrentan a una partida clave para definir su línea de acción en la proxima legislatura. En el caso del tripartito las alianzas en Madrid tendrán su repecursión en la C. Valenciana más allá de las sintonías personales de los líderes valencianos cuya autonomía es limitada. El escenario está muy abierto y la opciones son varias. Un acuerdo PSOE-Podemos (Pedro Sánchez-Pablo Iglesias) podría allanar el camino a la entrada de Podemos en el Consell. La formación que lidera Antonio Montiel en la C. Valenciana se ha quedado estratégicamente con un pie dentro y otro fuera, pero esta posición podría cambiar tras los comicios. Montiel tuvo en su día las puertas abiertas del Palau y el líder podemita podría tratar de traspasarlas tras las generales. Si así fuera el Consell de Puig se enfrentaría a una crisis de Gobierno y a un nuevo y si cabe más complicado reparto de áreas.

Las parejas de baile pueden ser otras muy distintas si el PP y Ciudadanos unen sus fuerzas. En la C. Valenciana ambos partidos no suman votos suficientes para dar un vuelco en la Generalitat, pero ese escenario propiciaría un acercamiento que haría revisar el mapa municipal, donde el partido que lidera Albert Rivera ha sido reacio a alcanzar acuerdos con la formación popular. Hay otras opciones, quizás más remotas, como un acercamiento entre Rivera y Pedro Sánchez, que complicaría sobre manera las cosas a Puig.

Al margen de las estrategias partidistas los propios líderes valencianos tienen mucho que ganar o perder, aunque no sean candidatos. La nueva lideresa del PP, Isabel Bonig, es quizás una de las más expuestas. Es la candidata de Génova, pero necesita legitimar su liderazgo en un congreso regional en el que pueden salirle rivales. Sacar un buen resultado y que sus padrinos sigan mandando en Génova sería el mejor de sus escenarios, si bien una de estas dos circunstancias (o incluso las dos) podrían no darse. Cabe apuntar también que una eventual derrota del PP en las generales ahondaría en la travesía en el desierto que el PP valenciano empezó a transitar tras las autonómicas de mayo. Tras veinte años los populares han perdido casi todo su poder y su única referencia institucional está ahora en el Gobierno de la nación.

Pero Puig también necesita contribuir con sus votos a que Pedro Sánchez sea el próximo presidente del Gobierno. Cabe recordar que los socialistas han recuperado la Generalitat con su peor resultado de la historia y han necesitado a Compromís para gobernar. La coalición Bloc-Iniciativa ha ido comiendo terreno electoral al socialismo valenciano y ha logrado romper el bipartidismo con un marca propia y autóctona. El PSPV vuelve a medirse con ellos en las urnas y para ambos es vital sacar un buen resultado.

La encrucijada de Puig

Hay otra cuestión que condicionará el mandato de Puig. No es lo mismo ser el «problema valenciano» con Sánchez en la Moncloa que con Rajoy. Las relaciones con el Gobierno central son fundamentales a la hora de abordar asuntos como la financiación autonómica o el objetivo de déficit. Puig, además, no gobierna solo y si Sánchez es presidente del Gobierno no tiene el monopolio de cómo definir su relación con Madrid El presidente tiene además otro reto si su partido conquista la Moncloa: seguir la línea de colaboración de su antecesor y referente Joan Lerma o intentar ser un barón territorial con autonomía propia. La encrucijada de las generales está servida.

Compartir el artículo

stats