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Violencia en las aulas

Acoso escolar, la epidemia del patio

La Asociación Valenciana contra el Acoso Escolar afirma que existe una proliferación de casos en niños de 8 a 15 años y lamenta que no exista «repercusión legal alguna si el acosador es menor de 14 años» - A pesar de la legislación y de los diversos protocolos, directores, profesores y psicólogos apuntan a un problema que radica en los estereotipos sociales

Acoso escolar, la epidemia del patio

Cuando llega a casa, respira. El trayecto de ida y vuelta al colegio es un calvario. En cualquier momento puede llegar el acoso. Puede ser en el parque donde se juntan todos a jugar, o en la calle, o en los baños o en el patio del centro. Pueden ser insultos. Pueden ser agresiones. Puede ser el aislamiento. Que nadie juegue con él. Que se rían a su costa. Pero él busca la aceptación. No la encuentra y siente vergüenza. Algo tiene que le hace ser el centro de las críticas. Lo único que tiene claro es que la culpa es suya. Debe serlo, porque nadie le defiende. Nadie saca la cara por él. Los viernes, sonríe. El domingo por la noche, le duele la barriga.

El acoso escolar es una lacra social que, lejos de ir a menos, va a más. Poco a poco y en silencio. Ahora bien, ¿existe un aumento de casos o el problema cuenta con una mayor visibilidad y conciencia social? En cualquier caso es una realidad sobre la que cada vez existe una mayor preocupación, sobre todo para que el silencio se rompa. Desde la víctima, hasta sus familiares, pasando por el centro educativo y la propia Administración. Hasta los profesores que también sufren violencia en las aulas, callan. La vergüenza es la misma. Es el raro, el inadaptado.

Erradicar el acoso escolar parece una quimera, sobre todo con la entrada de unas nuevas tecnologías que han intensificado un problema clavado en la memoria y el recuerdo de quienes lo sufrieron de niño. Para aquellos niños (hoy adultos) no existía ni nombre para lo que les pasaba. Hoy hay dos, en castellano y en inglés («bulling»), legislación al respecto, protocolos de actuación, charlas en los colegios, profesores involucrados, asociaciones específicas, padres atentos y niños educados en la diversidad. Y con todo... el acoso escolar no cesa; y reconocerlo, además, sigue dando vergüenza.

Tras el «eso es cosa de niños» se creó el Decreto de Derechos y Deberes del Alumnos (en 1995), el Plan de Prevención de la Violencia y Promoción de la Convivencia en los centros escolares de la Comunitat Valenciana (denominado Previ), y los protocolos para actuar en casos de «bulling»... pero solo si el autor de del acoso escolar tiene una edad comprendida entre los 14 y los 18 años se aplicará la Ley Orgánica de Responsabilidad Penal del Menor.

¿Y si el acosador es menor de 14 años? La respuesta la da el secretario de la Asociación Valenciana Contra el Acoso Escolar (Avalcae), Francisco Sorolla, con un «no hay nada que hacer», rotundo. «Si el acosador o los acosadores son menores de 14 años no hay delito que se les pueda imputar. No hay consecuencias para ellos. Ese es un problema importante a la hora de erradicar el 'bulling' porque en el 90 % de los casos el acoso en las aulas acaba con la salida de la víctima del colegio. Además, si un padre denuncia y el acosador es menor de 14 años se expone a que la familia del acusado le denuncie a él por injurias o calumnias. No sería ni el primer ni el último caso».

La asociación ha tramitado 1.500 expedientes de acoso escolar en tan solo dos años y asegura que los casos de maltrato educativo entre niños de 8 a 15 años «son una epidemia que deja marcada a la víctima de por vida». Por ello, exigen una modificación en la Ley del Menor, un Pacto de Estado contra el acoso escolar y una reducción de los trámites burocráticos que rigen las normas actuales „aseguran que el Previ es como gestionar la declaración de la Renta en los años 80„, mientras defienden a capa y espada el lema de la entidad „«No te calles»„ para empezar a trabajar desde la raíz: rompiendo el silencio.

Una lacra silenciada

La violencia escolar encuentra un fiel aliado en el silencio. Las víctimas callan, pero los centros educativos, también. «Los colegios privados o concertados religiosos son muy reacios a reconocer este acoso. Nunca hay 'bullling' en esos centros. En la educación pública y concertada se reconocen más casos, pero cuesta mucho. Lo entienden como algo que desprestigia el centro y deberían entender que, hoy en día, hay (o ha habido) casos de acoso escolar en todos los colegios de la Comunitat Valenciana, sin excepción», explica Sorolla.

Ahora bien, para luchar contra un problema que puede acabar, incluso, en suicidio „existen entre 300 y 400 casos al año en España„ desde Avalcae ponen el punto de mira en los centros educativos, en los que reconocen que hay falta de personal, ratios imposibles para los profesores y una Administración que ha gestionado ocho planes educativos en 30 años. «Los profesores y la dirección de los centros se deben involucrar en la lucha contra el acoso escolar, reconocerlo y ejercer la tolerancia cero porque ahí está la clave para educar en valores, frenar cualquier tipo de acoso y mediar con víctimas y acosadores, porque el chaval que acosa también tiene un problema. Seguro», concluye Francisco Sorolla.

Desde los centros educativos

El director del instituto de enseñanza secundaria El Ravatxol de Valencia, Josep Lluís Peris, reconoce el acoso escolar como un «problema social» más allá de las aulas ya que la educación en valores que se trabaja en los centros y en los núcleos familiares se va al garete en cuanto los más pequeños encienden la televisión. «Series destinadas al público infantil cuyos protagonistas cumplen con un estereotipo de belleza inalcanzable, donde siempre se cae al suelo el gordito, donde el débil es fácilmente identificable.... junto a mensajes publicitarios que van en la misma línea o programas como Gran Hermano, donde se premian las estrategias para 'echar' del grupo a alguien... los estereotipos han colonizado la televisión y los niños los absorben y reproducen», explica el director de secundaria, consciente de un problema que precisa, en primer lugar, de «un buen diagnósticos» y en segundo lugar, de «una respuesta rápida y eficaz».

«¿Qué podemos hacer desde las escuelas? Ser muy beligerantes contra estos estereotipos, reconocer el problema cuando se detecta y utilizar los sistemas de mediación para resolverlos», propone.

Estereotipos sociales

La psicóloga y experta en acoso escolar, Cristina Otaduy va más allá. No es solo un problema de contenido televisivo. «Existe una discriminación para el que es diferente y los menores lo saben y lo perciben. Los clientes prefieren que el comercial que los atiende sea una chica joven y guapa y no un hombre gordo y feo. El acoso escolar es un problema social y para luchar contra él, de entrada, hay que incrementar el profesorado en los centros porque ellos son los primeros que conviven con los menores en los colegios, pero han sufrido unos recortes brutales y no pueden estar en todo», explica.

Desde el Sindicat de Treballadors de l'Ensenyament (Stepv) aseguran, de entrada, que el personal docente está «completamente desprotegido» ante casos de violencia escolar. «Ni tan siquiera existe un protocolo de riesgos laborales que sí se les exige a las empresas privadas. En 30 años no se ha hecho nada y cuando un maestro es víctima de acoso debe iniciar un proceso en solitario que no siempre cuenta con el apoyo de la dirección», alertan.

Por todo ello, cuando la víctima de acoso escolar llega a casa, respira. Ya tenga 8 o 58 años. Eso sí, aislado de las nuevas tecnologías.

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