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La lucha contra el fuego

Un viaje al epicentro de los incendios

Una revisión crítica y el análisis minucioso de las condiciones en las que se desarrollaron los grandes incendios de la Comunitat Valenciana proporcionan nuevos instrumentos para el control de las llamas

Un viaje al epicentro de los incendios

La revisión exhaustiva de los grandes incendios forestales (GIF) registrados en las últimas décadas en la Comunitat Valenciana, cómo surgieron y se desarrollaron, por dónde se propagaron, en qué condiciones climáticas y de vegetación lo hicieron y la incorporación posterior a un modelo de simulación de decenas de variables como las apuntadas, permite anticipar la evolución de futuros fuegos y concentrar los esfuerzos y el escaso presupuesto para infraestructuras de prevención en zonas clave, denominadas «nodos de propagación», a donde los incendios acaban llegando para adquirir desde ese momento el estatus de «fuera de control».

Conocer por dónde se va a propagar un incendio y anticiparse a su avance destructor es la herramienta soñada por quienes combaten cada verano la lacra de los incendios forestales. Raúl Quílez vivió el infierno de 1994 como técnico del Icona en la Comunitat Valenciana, donde ha desarrollado prácticamente toda su carrera profesional vinculado a la extinción de los fuegos forestales. En la actualidad trabaja como técnico forestal del Consorcio de Bomberos de Valencia.

Toda la experiencia acumulada en 25 años de oficio y su empeño por aplicar la ciencia a las tareas de extinción y al diseño de las infraestructuras preventivas son el contenido de su tesis doctoral sobre «Prevención de megaincendios Forestales mediante el diseño de Planes de Operación Basados en Nodos de Propagación».

La Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente ya ha mostrado su interés en este trabajo, en especial para el diseño de las infraestructuras de prevención, mientras el autor propone también la obtención de planes de extinción sobre el territorio preestablecidos y basados en los nodos de propagación, que «contribuyen a reducir la incertidumbre» a la que se enfrentan los directores del dispositivo contra incendios «a la vez que incrementa la seguridad durante las operaciones de extinción».

El trabajo de Quílez parte de una realidad nada tranquilizadora: «la superficie forestal valenciana está en plena expansión, incrementando el riesgo poblacional que suponen los incendios forestales. Bajo determinadas condiciones climatológicas, cada vez más frecuentes, el riesgo de grandes incendios de gran poder destructor se multiplica».

El experto asegura que «el escenario de cambio climático previsto en el Mediterráneo, ya visible por aspectos como la aparición de plagas, incremento del número de incendios convectivos y la seca de algunas especies forestales, entre otros, favorecerá el incremento de la intensidad y frecuencia de los grandes incendios forestales».

Sin embargo, frente a esta nueva realidad, las actuaciones en materia de prevención forestal en España «siguen rigiéndose por directrices surgidas en la segunda mitad del siglo XIX», añade.

Quílez ha incorporado al simulador «Wildfire Analys», que pese a su nombre ha sido desarrollado por otro ingeniero de montes español, actualmente al servicio del Servicio Forestal y otras instituciones públicas en Estados Unidos, todas las variables analizadas en años de investigación. Su gran aportación al modelo ha sido lo que denomina la «ventana fenológica», que no es otra cosa que la combinación de la humedad del combustible vivo en los diferentes estratos de la vegetación y que es, según el experto, «la que define claramente el comportamiento del incendio».

Obviamente, esta ventana cambia para cada especie y de año en año, vinculada como está al régimen pluviométrico de la primavera-verano y a las anomalías climáticas, «que son las que marcan actualmente el límite de la capacidad de extinción».

Opciones de simulación

Con todos los elementos incorporados al simulador y apoyado en Sistemas de Información Geográfica (SIG), Raúl Quilez «reprodujo» algunos de los grandes incendios de las últimas décadas y le pidió al sistema proyecciones a distintos plazos horarios obteniendo una correlación entre la superficie afectada en el modelo y la real que apenas requiere ajustes. Ahora es posible generar simulaciones a partir de un punto de ignición y sobre un territorio concreto con la meteorología más desfavorable. La rapidez de cálculo permite, además, incorporar las variaciones que se vayan produciendo en las condiciones meteorológicas, especialmente los vientos. En definitiva, se trata de pasar de una respuesta «reactiva» a una basada en la anticipación.

El modelo marca los caminos preferentes del fuego y los lugares donde estos se concentran en los «nodos de propagación» y tiene por tanto aplicaciones también en la prevención.

A partir de ahí, se trata de hacer un tratamiento del combustible en estas zonas, creando o favoreciendo grandes discontinuidades que permitan incluso el control de los fuegos extremos.

Quílez apuesta por apoyarse en cañadas y cultivos preexistentes o forzar su recuperación mediante una «adecuada orientación de la Política Agraria Común» que añada «un plus para quienes están ayudando a conservar un bosque que sigue siendo uno de los mayores sumideros de CO2». Para mantener estas áreas despejadas o con capacidad de frenar un GIF, el autor recomienda las quemas controladas y el pastoreo.

Las quemas son muy económicas y «entrenan» a los dispositivos de extinción. «Si luego sumas el pastoreo puedes hacer un mantenimiento sencillo y económico que dura 12 o 14 años frente a los cuatro de la silvicultura tradicional», añade.

Respecto al papel de los cortafuegos «clásicos», el experto los considera que son útiles para atacar los flancos de un gran incendio, pero incapaces de frenarlo cuando el frente de fuego impacta sobre ellos.

Cree que centrándose en los nodos de propagación, las áreas de intervención forestal no superarían en ningún caso el 6 % de la superficie a proteger

En cualquier caso la «gestión» de estas políticas „«falta que nuestros políticos crean de verdad en ellas», proclama„ «deben estar en manos de agricultores, propietarios o cooperativas locales, solo bajo la supervisión de la administración».

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