En septiembre de 1968, cinco meses después del estreno de 2001, una odisea del espacio, su director Stanley Kubrick concedió una entrevista a la revista Play Boy en la que, además de hablar de Dios, McLuhan, Churchill y del poeta decimonónico Matthew Arnold, se mostraba bastante cauteloso a la hora de ofrecer explicaciones de su enigmática película. En cambio, cuando el periodista le inquirió sobre cómo creía que iba a ser el mundo en 2001, el director estadounidense se mostró prólijo en predicciones aunque quizá no demasiado afortunado.

«Creo que la congelación de los muertos será una industria importante en los Estados Unidos y en todo el mundo, lo recomendaría como un campo de inversión para los especuladores imaginativos», avanzaba Kubrick. «Es posible que en 2001 el hombre pueda eliminar la vejez», añadía. «Estoy seguro de que tendremos sofisticadas películas holográficas en 3-D», auguraba. «Es posible que tengamos una máquina que toque el cerebro y te lleve a una experiencia de sueño vívida en la que eres el protagonista de un romance o una aventura. Y una máquina similar podrá programarte de manera que serás capaz de aprender alemán con fluidez en 20 minutos»... También preveía, por ejemplo, que nuevas drogas permitirían a las parejas experimentar las sensaciones del otro mientras practicaban el sexo y que incluso nos podrían convertir en seres sexuales polimorfos.

Sí, quizá el obsesivo Kubrick no anduvo demasiado fino en sus predicciones, o quizá confíaba demasiado en las posibilidades del ser humano. La propia 2001, una odisea del espacio - basada en la novela El centinela, de Arthur C. Clarke-, muestra un futuro demasiado (digamos) «futurista» para lo que han sido los comienzos del siglo XXI.

Uno de los argumentos sobre los que gira esta película de cuyo estreno se cumple ahora medio siglo es el de la misión de la NASA de cinco tripulantes que se dirige hacia Júpiter. Aunque en aquella época -a un año de que el hombre pisara por primera vez la Luna (o no, recordemos aquel documental-leyenda urbana sobre un supuesto montaje en el que el propio Kubrick es protagonista)- podría parecer factible la llegada a Júpiter, en pleno 2018 apenas estamos planificando el camino hacia Marte. Júpiter parece todavía una idea «muy muy lejana» (que dirían en otra película) y más si se hace desde una estación espacial de Pan Am, compañía aérea que funcionaba en 1968 pero que quebró en 1991.

Pero que no se desanimen los fanáticos de Kubrick, que no todo fue ciencia ficción en una de las películas fundamentales del género. De hecho, está considerada como la película que ha plasmado con mayor exactitud la ciencia y la tecnología en general, y la navegación espacial en particular. No en vano, Kubrick y su asesor Frederick Ordway lograron que las compañías científicas más notables de la época, y la propia NASA, colaboraran en el film a cambio de aparecer en los títulos de crédito.

Además del realismo de las naves de "2001" (las diseñó el mismo ingeniero que desarrolló las naves para el Proyecto Mercury, que fue el primer programa espacial tripulado de los Estados Unidos), en la película aparecen una serie de «inventos» inexistentes en 1968 pero que hoy forman parte de nuestra cotidianidad, como por ejemplo las videollamadas de las que hace uso el doctor Floyd para comunicarse con su hija y que hoy usamos con profusión gracias a aplicaciones como Skype o Facetime.

De todas formas, tampoco fue Kubrick excesivamente original en esto. En 1964, AT&T ya había lanzado el primer videoteléfono de forma comercial, pero debido al alto coste del servicio que ofrecía no tuvo el éxito esperado.

Más original fue Kubrick al mostrar en su película una tableta electrónica. En la película, el dispositivo es utilizado en el momento en que los dos astronautas permanecen despiertos en la misión del Discovery 1, que se dirige hacia Júpiter. En ellas ven sus programas favoritos (uno de ellos es el noticiero de la BBC), mientras toman sus alimentos (y sin hablarse entre ellos, como también suele pasar en el presente). Es cierto que la tableta de 2001 no es táctil, sino que sirve solamente como pantalla controlada por el sistema central, el famoso e hipervillano HAL 9000.

Hablando de HAL 9000. ¿No les recuerda este asistente virtual con voz humana a unos tales Siri (el asistente lanzado por Apple en 2011), Alexa (de Amazon), Cortana (de Microsoft) o el genérico que utiliza Google. De momento, ninguno de estos ha mostrado intenciones de cargarse a la raza humana. De momento.