El Valencia CF juega hoy en «casa» de Isco en la explosión de José Luis Gayà. Verle triunfar nos obliga a echar la vista atrás y recordar cómo a principios de julio de 2011, el Málaga que «amenazaba» con colarse entre los grandes con la llegada del jeque Al-Thani pagó los seis millones de euros. No se imaginaba Manuel Llorente que abonarían su cláusula de rescisión mientras negociaba la renovación del centrocampista malagueño, que exigía unas condiciones económicas que nunca alcanzó el Valencia CF, al considerarlas desmedidas en su día ya que no le había dado tiempo ni a aterrizar en el primer equipo. Es fácil ahora calificarlo de «error», con el paso del tiempo nadie se equivoca, pero su caso es un buen ejemplo para abordar la renovación de Gayà.
Sin entrar en comparaciones de si uno siente más el valencianismo que otro, los gestores actuales consideran que desde que el lateral de Pedreguer subió al primer equipo con sólo 18 años se convertiría en el lateral izquierdo más caro en la historia del club. Como ocurrió con Isco, el tiempo dirá, a pesar de que todos los indicios te llevan a pensarlo. Este es uno de los motivos por los cuales no se le quiere «regatear» un euro a Gayà. Pero toda negociación lleva su tiempo. Saben que entre manos tienen un diamante en bruto, y aunque pueda parecer sorprendente, no dudan en que un club pueda pagar su cláusula de rescisión de 18 millones, que quiere elevar Rufete cuanto antes. Pero por encima del dinero, lo que quiere conseguir el Valencia CF es que el lateral „o carrilero„ se quede en el club convencido totalmente de que es lo ideal, más allá de las cantidades económicas que le pongan sobre la mesa. Cuando uno tiene claro que su decisión es la adecuada, es más difícil que nadie le maree, aunque la tranquilidad con la que el futbolista está gestionando su situación es digna de estudio.
Nada ni nadie van a descentrar al joven que llegó a la escuela tras verle en un partido donde seguían a otro jugador y ahora es la joya de la cantera, potencial capitán y con el que no cometerán los errores de Isco.
