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Análisis

Parón inoportuno en una tarde espesa

El Valencia no sabe superar la «tela de araña» del Villarreal en el centro del campo - Los partidos que quedan se han de interpretar como «finales»

Parón inoportuno en una tarde espesa

El partido era de una gran expectación, con dos equipos que intentan jugar al fútbol. Un Villarreal que tiene unos números en la clasificación que no demuestran su enorme capacidad de crear juego y un Valencia muy efectivo durante todo el año. Pero esa expectación al final no se vio reflejada del todo en el terreno de juego, porque el partido fue escaso en ideas, con pocas ocasiones de gol, pocas llegadas a las áreas, con los porteros prácticamente inéditos, sobre todo en la primera parte.

El Villarreal dio la sensación de estar mejor posicionado en el terreno de juego, pero su mayor posesión de balón no se vio reflejada con ocasiones de gol. Le faltó profundidad en sus acciones. Especialmente activos estuvieron sus dos mediocentros, Trigueros y Tomás Pina, que durante mucho rato le ganaron la partida en esa zona a Parejo y André Gomes, acompañados por el incombustible Javi Fuego.

El Valencia estuvo muy espeso, prácticamente durante todo el partido. Era incapaz de hilvanar cuatro o cinco pases seguidos y así era difícil que los delanteros tuvieran situaciones claras de gol. Alcácer apenas disfrutó de ocasiones. Fue una lástima que en la única que le llegó en condiciones, ya en la segunda parte, el defensa se le adelantase con un pasito y lo dejase en fuera de juego. Las imágenes no dejaron lugar a dudas. Lo era.

El equipo de Nuno solo mejoró a partir de los cambios, sobre todo en la salida al campo de Rodrigo y de Negredo. Le dieron alguna posibilidad de gol, como el lanzamiento del brasileño al que respondió Asenjo con una gran parada y el posterior remate de Alcácer, que también fue rechazado por el guardameta. Fue la mejor ocasión del Valencia en todo el encuentro. Un gol, en ese momento, habría resultado definitivo, porque Mestalla estaba volcado con su equipo y el Villarreal ya no tenía poder de reacción.

Después, destacaron algunas acciones de Negredo, que fueron fácilmente resueltas por el portero. También hubo una situación discutida dentro del área con Bailly, pero pareció más una situación de forcejeo que de penalti.

En general, durante mucho tiempo, el Valencia cayó dentro de la «tela de araña» que le montó el Villarreal. En esa coyuntura, el equipo de Nuno no supo jugar por fuera para salvar ese entramado que expuso el «submarino amarillo», que planteó muy bien el encuentro. Se nota que Marcelino tenía muy bien estudiado a su rival. Leyó el encuentro de forma muy inteligente. Esa «tela de araña» tan bien tejida hizo que los centrocampistas ofensivos del Valencia no aparecieran y que hubieran muchas imprecisiones a lo largo de la tarde. E hizo que destacaran más la contundencia de los centrales. Al no haber juego, ni los centrocampista ni los delanteros pudieron brillar. Tampoco Alves, que pese a tener poco trabajo estuvo impreciso en un despeje.

En definitiva, se escaparon dos puntos que pueden ser muy importantes para la lucha por el tercer puesto, porque el calendario fuera de casa es exigente, pero no se puede decir que el resultado no sea justo, visto lo desarrollado por los dos equipos a lo largo de los noventa minutos. Se puede decir que 70 minutos fueron del Villarreal en el dominio del juego, y los últimos 20 para el Valencia, que con más corazón que ideas, metió al Villarreal en su parcela defensiva, fruto también del cansancio del equipo amarillo.

El resultado se puede considerar justo, porque uno tuvo más la pelota y jugó más al fútbol y el otro, el Valencia, generó más ocasiones en la recta final. Lo que ocurre es que su reacción fue demasiado tardía.

Es evidente que el parón no le ha ido bien al Valencia, porque estaba en racha y en una gran forma, pero hay que recuperar el buen tono mostrado a lo largo del campeonato para afrontar los partidos que quedan, que se han de considerar como finales por parte de los jugadores.

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