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Entrevista | Leonardo de Araujo

Leonardo: "Peter Lim tiene una estrategia meditada"

Leonardo de Araujo solo pasó dos años en Valencia en los 90 pero dejó un recuerdo imborrable

Leonardo: "Peter Lim tiene una estrategia meditada"

¿Cómo ve al Valencia en la actualidad?

Lo veo muy bien. Conozco a Peter Lim y me gusta la idea que tiene de club. Es un hombre inteligente, de business. Tiene pasión en todo lo que hace y le llevó mucho tiempo estudiar el fútbol antes de decidirse a comprar un equipo. Es un empresario serio. Está haciendo un trabajo muy bueno. No es fácil llegar el primer año, con un nuevo proyecto y ser cuarto con casi 80 puntos.

Entonces le da a los valencianistas buenas referencias de Lim.

Sí, sí. He estado reunido muchas veces con él, lo conozco personalmente y no sólo por el mundo del fútbol. Es una persona que tiene muchas ganas de hacerlo bien, me parece que tiene una estrategia meditada.

En España, sin embargo, no ha calado de momento la cultura del propietario único extranjero.

Mira, la Premier League es hoy lo que es, un campeonato dominante, porque abrió en su día las puertas. Abrió el mercado, abrió las inversiones, ganó en competitividad y puede servir de modelo también para España o Italia. El último clasificado en Inglaterra es posible que recaude hoy más en entradas o televisión que el tercero de la liga española. Eso se debe a la apertura global del campeonato. Es un proceso que creo que ya no se puede frenar, y es compatible con la tradición.

¿Con esa conexión con Lim, se ve en algún futuro regresando a Mestalla? Ya volvió al Milan y al PSG...

No lo sé (risas). La verdad es que, como dices, he vuelto a casi todos los clubes en los que jugué como futbolista. He estado dos veces en el Flamengo, tres en el Sao Paulo, dos en el Milan, dos en el PSG...

Pues no se hable más. Seguro que habrá segunda parte en el Valencia.

(Risas). El futuro no sé cuál será. La relación es muy buena. Tengo excelentes recuerdos de Valencia. Fue muy especial cuando volví con el PSG porque el Valencia hizo la comida oficial entre clubes en Aragón 58, el restaurante donde iba cada mañana a desayunar. Continúan los mismos camareros y todo. Me emocionó. Pero es difícil pensar qué sucederá. Además el equipo está muy bien. Nuno está haciendo un gran trabajo y esperemos que el equipo se clasifique para la Liga de Campeones. Este Valencia vuelve a tener alma. Es un equipo de presente.

De momento sigue sin equipo, ¿Está viendo fútbol, esperando proyectos?

La verdad es que estoy tranquilo. Yo, desde que dejé de jugar en el año 2003, no paré nunca, me puse a entrenar de inmediato. Siempre he estado trabajando, con este ritmo que sabemos que tiene el fútbol. Parar un tiempo ha sido importante, también por mi familia. He tenido otro hijo, el quinto, y he querido disfrutar de la experiencia. Ahora, a ver lo que puede pasar, pero sin prisa.

¿Ve alguna opción factible de volver a entrenar?

Tengo una personalidad exigente. Ahora sólo aceptaría alguna oferta que me entusiasmase mucho. A ver qué pasa.

¿Qué recuerdos le vienen a la mente con la palabra Valencia?

Muchos, muchos. Yo tenía 21 años, cómo pasa el tiempo€ En aquel momento no era tan normal irse joven de Brasil, como sucede ahora. Fue mi primera experiencia en el extranjero, en Europa, fuera de casa, pero me adapté muy rápidamente a Valencia. Llegué a una ciudad que no conocía pero que es muy abierta, con un clima bueno, que vive el fútbol de forma increíble. Fue muy importante también para el resto de experiencias que tuve después.

¿Cómo era su vida en Valencia?

Todo fue muy positivo, a nivel deportivo pero también a nivel de vida. Me integré enseguida. Me acuerdo de todo. Hice muchos amigos, vivía las Fallas como si fuese un valenciano más, asistía a los castillos, a la mascletà en la Plaza del Ayuntamiento. Viví mucho la ciudad porque estaba solo, era joven y estaba siempre en la calle, paseando. Me empapé de Valencia. En diez minutos estaba en la playa, en Alboraia. Era una ciudad con teatros, cines, conciertos, con el cauce del río, que me dicen que en los últimos años se ha vuelto mucho más popular.

¿Cómo se gestó su fichaje? ¿Fue Roberto Gil quién le convenció?

Correcto. Fue Roberto Gil el que vino a verme a Brasil. Era todavía presidente Arturo Tuzón. Roberto Gil vino a ver partidos en directo, sabía que me seguían y apostaron por mi en una decisión muy valiente. Cuando estaba en conversaciones con el Valencia me lesioné gravemente en la selección y fui operado del menisco. Llegué a finales de junio, el equipo estaba en el Parador concentrado y yo estuve toda la pretemporada curándome.

No se le vio en acción hasta meses después, en Arnedo, en un partido de Copa.

Sí. Ganamos 0-6 y recuerdo que marqué tres goles. En Brasil jugaba de lateral, porque era la demarcación en la que me ubicaban en la selección. En Arnedo lo hice más adelantado, en la posición que tenía en mi época de juveniles. Pero luego pasamos a jugar con tres centrales y me ubiqué como carrilero. Teníamos mucha libertad de movimiento, Quique y yo.

Era divertido ser lateral en aquel Valencia.

Sí. Teníamos detrás a Voro, Camarasa y Giner y los carrileros podíamos ser muy ofensivos, algo que a Hiddink le gustaba. Después teníamos jugadores con experiencia como Roberto y Fernando. También Tomás, Arroyo€ y delante a Lubo Penev y Rommel Fernández, que desgraciadamente murió. Éramos un muy buen equipo y jugábamos muy bien al fútbol.

El Valencia se distinguía por eso, por tener un estilo de fútbol elegante. A nivel estético, ya no tanto de contundencia, nada tenía que envidiar al Barça de Cruyff€

Pienso que sí. El Barça ya estaba instalando la idea que muchos años después con Guardiola se perfeccionó, con el tiki-taka. Pero Hiddink también era holandés y tenía la idea de la posesión de balón. Entrenábamos siempre con mucho balón, con muchos rondos. Teníamos que jugar con un toque, máximo dos y lo más rápido posible. Sin embargo, también teníamos jugadores de fuerza, que sabían jugar de espaldas, con Lubo y con Rommel. Era también un equipo de lucha y con peso delante.

Se decía que con Hiddink los rondos tenían una prioridad incluso excesiva.

Hacíamos muchísimos rondos pero creo que era algo bueno. Eran rondos con mucha intensidad y velocidad. No hacíamos rondos para pasar el tiempo. El rondo era la base, la idea del fútbol holandés y España la incorporó a su cultura de juego. Pero insisto, no era un rondo de estar parados sin hacer nada, eran ejercicios dinámicos, para entrar en calor también físicamente.

¿Entre todos sus compañeros hubo alguien que le impresionó especialmente por su manera de ser?

De todos aprendí, cada uno tenía una historia diferente. Fernando en aquel momento era el capitán, jugó casi toda su carrera en el Valencia, era valenciano. Fue el heredero en ese sentido de Arias. Arias era un tío muy divertido, me gustaba hablar con él, con la diferencia de edad que teníamos. Representaba la historia, era el archivo del Valencia. Era el jefe. Cumplió 500 partidos en el club. Lo quiero mucho. Con Roberto, que regresaba del Barça, tuve mucho contacto y todavía continuamos manteniéndolo. Tenía una buena relación con todos, también con Camarasa. Comía casi todos los días en su bar de Rafelbunyol. Me llevaba muy bien con Quique. De hecho vivía alquilado en su apartamento, en la calle Bélgica, muy cerca de la Avenida de Aragón, detrás del estadio. El ambiente era muy positivo.

¿Y qué tal era convivir con Lubo Penev?

Lubo vivía cerquita, en la Avenida de Aragón. Nosotros dos éramos los únicos solteros del equipo, todos los demás estaban casados. Por eso muchas veces los dos salíamos juntos a divertirnos (risas).

Todo un tipo duro, Lubo€

Lubo tenía un carácter enérgico, lo apreciaba mucho. Siempre he preferido, durante toda mi vida, a aquellas personas con carácter fuerte. Me gusta que en el fútbol y en la vida haya gente con esa personalidad, con un carácter temperamental pero verdadero. Lubo era un tío auténtico.

¿Con qué partido se queda de sus dos años en el Valencia?

El primero que me viene a la memoria es cuando eliminamos al Barcelona en la Copa. Les ganamos 2-0 en Mestalla en un gran partido. Busquets me sacó un balón que habría sido un gran gol. Luego en la vuelta sufrimos mucho, pero acabamos pasando en la tanda de penaltis. Tenías que ver qué fiesta había en la calle cuando volvimos a Valencia, con gente por todo lados. También hubo una remontada muy especial en casa contra el Real Madrid. Marcó Míchel el primer gol y remontamos con goles de Fernando y Roberto, en dos minutos. ¡Qué bonito! Mestalla parecía una falla.

Se prodigó también en una decena de goles. ¿Cuál escogería?

Elegiría dos. Uno contra el Burgos, en casa. Ganamos 5-0, con todos los goles en la primera parte. Me salió un tiro diagonal, cruzado, muy fuerte, por la escuadra. Marcar en Mestalla siempre era una sensación agradable. Y después un gol en Cádiz. Cogí el balón en el lateral izquierdo y fui regateándome a muchos jugadores hasta que marqué. Fue mi último gol y fue especial, porque en ese momento ya intuía que podía irme. Me vinieron muchas emociones.

No todo fueron momentos bonitos. La goleada del Nápoles y la eliminación de semifinales de Copa contra el Zaragoza fueron grandes decepciones.

Pasan los años y no consigo encontrarle una explicación al 1-5 con el Nápoles en la UEFA. No puedo entender cómo un solo jugador, Fonseca, nos pudo hacer cinco goles. Si ese partido se juega diez veces sólo en una pasa ese accidente. Se juntó todo, un mal partido nuestro y una noche perfecta de Fonseca y Zola. Fue una gran desilusión porque le teníamos ganas a esa competición. Y respecto a la Copa llegamos a jugar mejor que el Zaragoza, que tenía un buen equipo pero nosotros éramos los favoritos para llegar a la final. Empatamos en casa pero en la vuelta llegamos a ponernos por delante.

El gran reproche para su generación en el Valencia fue ese, quedarse a las puertas de finales y títulos. ¿Se pecó de conformismo?

No, no estoy de acuerdo. Si soy sincero he de decir que el Valencia no partía entre los favoritos para el título. Para ganar hay que tener una mentalidad que se va creando poco a poco. Aquel fue un primer paso para crecer, crecer y crecer y con los años jugar la final contra el Deportivo de Copa, coger más experiencia y llegar, ya en la década siguiente, a ganar dos ligas y jugar dos finales de Champions.

Todo tiene su proceso.

Por supuesto. El Valencia en mi época estaba volviendo. Se recordaba aún la época de Kempes, después hubo una fuerte decadencia, se tocó la Segunda división y desde ahí se creció. El crecimiento, para ser sólido, tenía que ir despacio. Esa mentalidad tarda en venir, necesita tiempo. Empiezas ganándole partidos al Barça o el Madrid cuando parecía casi imposible. Éramos un gran equipo pero no podíamos tener la responsabilidad de decir «vamos a ganar la liga». Eso no se respiraba. Además, entonces quedábamos terceros y no se iba a la Champions, como ahora.

No le sorprendieron, pues, los éxitos posteriores.

Para nada, el Valencia lo tenía todo para pensar en un buen futuro. Una gran ciudad entregada a su equipo, una enorme afición y un estadio que incluso se amplió. Además, salió una gran generación en la cantera, con Mendieta „que fue el sucesor de Fernando„ los Angulo, Farinós, Sánchez. Y se acertaron los fichajes.

Antes me ha nombrado a Tuzón. En su carrera ha tenido presidentes de todo tipo, como Berlusconi, Moratti, el jeque del PSG. ¿Cómo era Tuzón, respecto a todos los demás?

Don Arturo era un dirigente con un estilo muy clásico, el de un fútbol más tradicional. Muy educado, con una presencia fuerte y firme. Era un presidente muy diferente a otros como Berlusconi o Moratti. El Valencia no era todavía una empresa ni una sociedad anónima. Era un club de fútbol, en su concepción tradicional, sin un propietario. Recuerdo que Tuzón te transmitía mucho respeto y era muy respetado. Coincidí con el al final de esa época cuando el Estado obligó al Valencia a convertirse en sociedad anónima. Llegó Paco Roig y quiso hacer su proyecto.

Un proyecto en el que usted no tuvo cabida...

Es comprensible. Roig tenía su proyecto, hacían falta plazas de extranjeros para hacer más fichajes y fue el momento de cambiar.

Su etapa se quedó corta para el nivel que tenía. ¿Le gustaría haberse quedado?

En principio mi intención era seguir, no tenía motivos para salir. Con los cambios que empezaban a haber en la directiva, poco a poco me hice a la idea. Lubo Penev era el gran ídolo del Valencia, un enorme jugador y debía seguir. Belodedici había acabado de llegar. Luego Hiddink soñaba todavía con traer a Romario, después se fichó a Pedja Mijatovic. Era el verano del 93 y tras mostrarme el club que quería buscarme una salida quise volver a Brasil porque me jugaba estar en el Mundial del 94. Volví al Sao Paulo cedido y fue la mejor decisión.

Ese año en Brasil recupera la alegría e incluso pasa de jugar de 3, de lateral, a 10, de mediapunta.

Totalmente, fue un cambio profundo en mi carrera. El Mundial llegué a jugarlo todavía de lateral, pero recuperé mi antigua demarcación de centrocampista y fue decisivo para el resto de mi carrera.

Su carrera toma justo ahí un giro inesperado. Se fue a Japón muy joven, cuando lo habitual era ir a esas ligas exóticas ya más mayor...

Surgió la posibilidad y el Valencia obtuvo muy buenos ingresos. La verdad es que fue Zico el que me convenció para que fuera allí, donde era muy querido. Zico quería contar con algún jugador que continuase su legado en la liga japonesa. Me convenció. Mi idea fue la de estar un par de años y tener una experiencia de vida enriquecedora.

¿Qué aprendió del estilo de vida japonés?

Como persona me ayudó mucho. Me cautivó la cultura del país, su organización, me gustó formar parte de algo que empezaba a crecer como la familia del Kashima, club con el que tengo una vinculación muy fuerte. Estuve dos años, aprendí el idioma y me quedé ya libre para volver a Europa, al PSG.

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