Si vienen a este humilde rinconcito de texto esperando que les cuente qué ha ocurrido para que el Valencia hiciera un significado y vergonzante ridículo en Bélgica y qué cambió para pasarle por encima al equipo de moda del fútbol español, siento decepcionarles. Lo reconozco, no tengo ni puñetera idea.
Sí, sé ver que el equipo tuvo pegada y que en los momentos decisivos del partido la pelota cayó de su lado (como la pelotita de tenis en la primera escena de la película «Match point»).
Sí les puedo contar que Alcácer, que cuando no juega no le exige a un superior explicaciones así como dónde, cómo y cuándo darlas, tiró un partido estratosférico. Y que le acompañó en dicho nivel Dani Parejo, con quien un sector de Mestalla la tiene tomada por ser un hombre importante para Nuno.
Sí es fácil explicar que el equipo defendió de manera lamentable el córner del gol encajado y que Jaume volvió a aparecer en los momentos en que los porteros buenos marcan diferencias (tremenda la mano con 1-3 sacando en la línea de gol un balón del pie de Nolito).
Pero los jugadores son los mismos que hace una semana cabreaban de manera supina al personal y el técnico sigue siendo aquel a quien se le canta ya de manera constante el «Nuno vete ya».
¿Porqué hasta ahora parecía un grupo desnortado, sin alma e incluso poco trabajado, al que poco parecía importarle el dar la cara por nada ni por nadie, y el sábado -fundamentalmente desde el 1-3- volvió a ser un equipo que presionaba y tenía intensidad? Pues miren, no tengo ni idea.
Miren por ejemplo las estadísticas el capítulo de faltas cometidas por el Valencia y por su rival en el Calderón (26 del Atlético por 10 de los de Nuno), y en Balaídos (16 de los locales por 27 de los valencianistas). Nada que ver. La intensidad vista en Balaídos fue la exigible por primera vez en toda la temporada.
Lo bien cierto es que a una crisis como la que se llegó el miércoles no se entra por un sólo resultado, ni se sale por una victoria por espectacular que esta sea. Si no se le da continuidad a lo mostrado en Vigo, de poco habrá servido la goleada en tierra gallega.
Nuno gana y respira „de momento„. El ruido de sables de fondo que comenzaba a percibirse puede ser hasta positivo. El entrenador ha comenzado a comprobar que igual no es tan intocable como el creía y eso le puede llevar a ponerse en guardia algo más de lo que estaba.
La relajación no es buena para nadie. Y más aún para alguien con tan alto concepto de sí mismo.
