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Entrevista

Quique Sánchez Flores: "Ojalá hubiese transmitido a la afición del Valencia lo que sentía"

Desde la distancia de Londres y la experiencia de 12 años entrenando, Quique recuerda lo que fue su paso como técnico del Valencia, entre 2005 y 2008, y lo que podría haber sido

Quique Sánchez Flores: "Ojalá hubiese transmitido a la afición del Valencia lo que sentía"

Quique Sánchez Flores, de 51 años, siempre fue un excelente conversador, desde su etapa de jugador en el Valencia, refinado por una etapa de comentarista de los partidos del equipo de Mestalla en Canal 9. Dirigió al Valencia entre 2005 y 2007: 116 encuentros, con 59 triunfos, 27 empates y 30 derrotas, un 50,86 % de victorias, el porcentaje más alto de su carrera. Antes fue futbolista del Valencia durante 10 temporadas, desde 1984 hasta 1994, cuando se marchó para rematar su recorrido en el Real Madrid y el Zaragoza. Mamó el valencianismo desde niño de la mano de su padrino, Alfredo Di Stéfano, entonces entrenador del Valencia. En la charla telefónica del pasado jueves dejó estas reflexiones.

¿Le duele el Valencia?

Sí, me duele. Cuando unos colegas pasan por ese mal trago, no es agradable. Y si es un club que quieres y sientes, mucho peor. No pude ver el partido en directo porque estaba jugando contra el Liverpool. Al decirme el resultado, fue como un rayo. Lástima, porque el año pasado parecía que el club tenía armonía, que volvía a los aficionados, y ahora hay una distancia. Es la confirmación de que las cosas no están bien.

¿Se imagina en el banquillo de Mestalla tras ocho jornadas sin ganar en la Liga y una paliza en contra en la Copa como la del Camp Nou (7-0)?

No me quiero poner en esa tesitur. Ningún entrenador resiste ese tipo de resultados. Es un club histórico, con una exigencia alta y con una afición que siente. Nadie tiene respuesta. Lo siento muchísimo por todos. Y comparto el dolor de los jugadores y el entrenador.

Al ser despedido como entrenador del Valencia, en 2007, dejó una frase lapidaria: «Pierdo un cargo, gano una vida». ¿Cómo surgió?

Fue espontánea. No estaba disfrutando, no sentía que la gente a mi alrededor fuera feliz. Éramos cuartos en la Liga, a tres puntos del primero, pero los dirigentes no vieron esa situación. Había un presidente que no ejercía (Juan Soler) y unos vicepresidentes que querían ser presidentes. Esa guerra intestina y ese desorden institucional lo desbarató todo. Esa etapa pudo haber acabado de otra manera, pero lo digo sin ningún rencor.

¿Qué le parece la actual plantilla del Valencia?

Era excepcional la temporada pasada. Este año ha habido un movimiento de fichas y se ha desdibujado. No se parece al equipo del año pasado. No lo reconozco.

Han entrado muchos jugadores del agente portugués Jorge Mendes. ¿Sigue siendo también su representante?

No, me lleva Ginés Carvajal. Estuve con Jorge dos años, pero no me gusta hablar de los representantes.

¿Suso García Pitarch, director deportivo del Valencia, puede arreglarlo?

Suso es muy válido y si le dejan y ejerce, pondrá orden. Fue compañero mío dos años en el Valencia (en la época de jugador) y lo sufrí como rival cuando estuvo en el Espanyol: era muy rápido.

¿Cómo ha evolucionado usted como entrenador?

Me acerco más al corazón de los jugadores que a las piernas. El éxito colectivo de los trabajadores está en la mente. Las pizarras pueden aburrir a veces a los jugadores y ahora el idioma (inglés) me limita. No tengo fluidez para llegar a su piel.

Pero usted habla bastante bien inglés, lo hemos visto en la BBC defendiéndose con agilidad. Mucho peor debe ser para Gary Neville en el Valencia: apenas sabe español.

La culpa no es de Gay Neville. Ningún entrenador le diría «no» a un club como el Valencia. Pero es verdad que es una afición de piel, a la que le gusta entender al entrenador. Siempre ha sido así. Ha sido una temporada desorganizada desde el principio.

¿Lo que más le ha sorprendido de la Premier?

El contacto en el campo, la velocidad, las idas y vueltas, la energía que traslada la perspectiva de juego. El juego nunca es cerrado. Queremos que nuestro equipo juegue en 30-35 metros para ser dominadores. Y lo hemos conseguido, pero es un fútbol en el que estás muy expuesto.

¿Qué nivel futbolístico se ha encontrado?

Muy alto y muy emocionante. La distancia entre los equipos es muy corta, de ahí que el Leicester pueda ser primero. La calidad física se impone sobre la técnica, pero puede haber jugadores desequilibrantes en equipos medios. Es un juego fuerte, de contacto, de balones en las área y emociones.

¿Y cómo son los aficionados?

El fútbol es parte de su cultura. El partido tiende más a una fiesta que a un drama: viajan 3.000 aficionados con los equipos al campo rival. Tienen un entendimiento grande del juego.

¿No es un fútbol que peca de inocente?

Me quedo con esa inocencia de quitarle drama a la cosa. Todo el mundo quiere ganar, hay mucha tensión, pero no deja de ser un deporte convertido en cultura. Bendita inocencia.

¿Qué le llama la atención de la Liga española?

Me siento a ver el Barcelona y tengo expectación por el Atlético y al Madrid. El Sevilla crecerá mucho. Pero no veo gran emoción. Existe mucha diferencia entre los grandes y el resto. Acostumbrado al fútbol inglés, veo los partidos lentos, con más riqueza táctica, pero lentos.

Y ahora, en el mercado de invierno, el Watford ha fichado a Mario Suárez y a Peñaranda. ¿Cómo ve a la joya venezolana?

Gran estatura física, muy potente, lo tiene todo para triunfar. Ahora soy mánager (director deportivo) y lo encuentro enriquecedor. Te preguntan cómo quieres jugar y, en funcion de eso, te presentan un grupo de jugadores del que puedes dar tu valoración. Por fin un club en el que el entrenador tiene responsabilidad a la hora de confeccionar la plantilla. Te sientas con el dueño (el italiano Gino Pozzo, propietario a su vez del Udinese y del Granada) y decides.

¿Cómo fue su experiencia en los Emiratos Árabes?

Me enseñó a ordenar mis valores. Cuando empecé a entrenar en mi carrera, había dejado de lado aspectos personales. Y en Emiratos Árabes aprendí a vivir y a mejorar mi forma de entrenar. Me desprendí de gente que no era buena compañera de viaje. Y me rodeé de buena gente.

¿Y su paso por el Benfica?

Me arrepiento de no haber seguido el año más que teníamos en el contrato. Ganamos la Copa portuguesa, entendimos que se nos quedaba pequeño y decidimos marcharnos. Cuando eres joven te sueles equivocar más. Claro que nos fuimos al Atlético de Madrid, donde ganamos una Liga Europa y una Supercopa de Europa.

¿Sería una locura volver algún día al Valencia?

No es ninguna locura. Lo disfruté mucho cuando llegué. Tenía solo 39 años. El Valencia siempre ha sido especial para mí. Ojalá hubiera podido transmitir a la afición lo que yo sentía, que no supe. A lo mejor algún día.

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