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Nos quedan dos meses de aguantarnos

Capitanía low cost

Ocurre con la capitanía del Valencia como con la elección de un presidente del Gobierno o de un Papa: cualquier ciudadano en pleno uso de razón podría acabar siéndolo. Si nos descuidamos le toca algo en la pedrea a Aderlan Santos y termina de tercer capitán. La ruleta de la capitanía concedió en otro tiempo el brazalete a Miguel Brito (queremos una serie de ficción en el antiguo nuevo Canal Nou titulada »¿Qué fue de Miguel Brito?»), probablemente por su trayectoria ejemplar y su raigambre con el contexto valencianista.

Se esboza que solo Enzo Pérez y Javi Fuego cumplen con los requisitos necesarios para ser un buen capitán del equipo ahora que Barragán no está entre nosotros, pero me extraña que Pako Ayestarán no vea como yo lo veo que la roca Abdennour atesora las virtudes necesarias para liderar emocionalmente al grupo. Si hace una buena pretemporada y exhibe cierto dotes de mando, ¿por qué no Medrán? Enzo, Fuego y Medrán capitanes del Valencia. Eso también lo veo.

Todo el entuerto con la capitanía es un buen croquis del estado mental en el que habita el club.

Uno: Que Enzo y Fuego sean los únicos que emergen como líderes es un síntoma de lo vacío que anda el grupo de referentes y cabecillas dispuestos a partirse la cara por el proyecto. Desnortado como está el club de ideales y planes, la plantilla acaba siendo un buen reflejo de lo mismo. Enzo y Fuego son honrados, pero Enzo (un jugador bien aprovechable si logra encadenar tres partidos seguidos sin lesión) y Fuego ni tienen la suficiente trayectoria en el Valencia ni el peso necesario como para ganarse la capitanía.

Dos: Sigue siendo demasiado barato ser capitán del Valencia, una ocupación simbólica pero que mide la temperatura jerárquica de una institución. Cómo decepciona la impresión de que cualquiera puede acabar pilotando el equipo aunque su posición sea residual, aunque solo lleve treinta partidos como valencianista. Enzo y Fuego emergen por incomparecencia del resto.

Tres: Qué sorprendente que Alcácer y Gayà no tengan el colmillo necesario para coger el brazalete, hacerlo propio y pegárselo a la piel como tatuado. Siguen los dos sin dar el salto que el Valencia requiere de ellos.

Ya no es una cuestión deportiva; es algo más. Deberían tener la enjundia suficiente para asumir el liderazgo de un VCF huérfano. Que no se les nombre por defecto les debería llevar a aplicarse una buena dosis de autocrítica.

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