Un viaje de 11.000 kilómetros para rediseñar sobre la marcha el proyecto del Valencia y frenar su imparable caída libre. Cesare Prandelli, Layhoon Chan y Jesús García Pitarch emprendieron ayer, a las cinco de la madrugada, trayecto a Singapur para trasladar de primera mano al propietario del club, Peter Lim, la imperiosa necesidad de reforzar al equipo en el mercado de invierno. La expedición aterrizó en el aeropuerto internacional Changi con el discutible consuelo de la victoria del Espanyol sobre el Sporting, que aún deja al Valencia en la posición 17. Lim recibirá el mensaje de que la plantilla necesita reformularse con cirugía invasiva. Grandes cambios estructurales en los que Prandelli llevará la voz cantante. El técnico italiano ha tomado la iniciativa en medio de la crisis y su figura se ha fortalecido en el club sin contar siquiera a su favor con el aval de los resultados. Ese fue el gran golpe de efecto con su arenga del viernes pasado en sala de prensa. Prandelli ha agarrado la bandera que estaba en el suelo y ha mandado, en medio de la resignación interna, que el resto le siga. La plantilla se retocará según su criterio.

El tiempo de los «sms» entre el propietario del club y sus ejecutivos y asesores en Mestalla ha terminado. La deriva ha cobrado tal dimensión que es obligatorio tratar la situación con urgencia y cara a cara, con todos los interlocutores mirándose a los ojos. Prandelli quiere comprobar personalmente hasta qué punto Lim está dispuesto a reforzar el equipo. La petición será la de incorporar a varios futbolistas, en todas las líneas del campo, con un perfil muy determinado: gente experta, con carácter y que aporte el grado de liderazgo y competitividad que tanto necesita un equipo joven y de temperamento tierno, incapaz de desenvolverse con destreza en una crisis tan vertiginosa como la actual, con el club en puestos de descenso tras casi media vuelta de campeonato. Prandelli sabe que, para cumplirse sus deseos, tendrá que soltar lastre en el equipo y dar bajas para ajustarse al «juego limpio financiero» y acometer las operaciones. Los fichajes de un delantero centro y un mediocentro defensivo, principalmente. El resto de movimientos dependerá de las salidas. Hay varias incógnitas a despejar: el futuro de Mat Ryan, que no quiere ser tercer portero, el bajo rendimiento de los centrales Abdennour y Aderlán Santos, o la evolución de los jóvenes jugadores que han recibido en las últimas jornadas el castigo de la suplencia, grada o una sustitución precoz antes de acabar la primera parte, como Fede Cartabia ante la Real Sociedad. Otro de los casos que merece análisis es el de la repentina falta de protagonismo de José Luis Gayà. A sus 21 años, el lateral de Pedreguer es uno de los talentos más sólidos de la plantilla, con el añadido emocional de ser uno de los pocos referentes que quedan de la casa en la primera plantilla. No obstante, ha caído del «once» y Prandelli llega a alinear a jugadores a pierna cambiada en su posición, como Martín Montoya.

El tipo de jugador que quiere incorporar Prandelli supone implícitamente un reconocimiento de los errores que hasta el momento ha cometido Meriton en su gestión del club en los dos últimos años, en los que se ha vaciado la plantilla de contrapesos veteranos y con jerarquía para apostar, con criterio irregular, por jugadores jóvenes con proyección deportiva que tengan un rendimiento económico en el futuro. Una intervención al estilo de la que programó Rufete como director deportivo en el invierno de la campaña 2013/14, con la incorporación de pesos pesados a precio de saldo como el marfileño Seydou Keita.

El menguante rol de Suso

Una de las cuestiones candentes en la gestión de esta crisis es el rol de Jesús García Pitarch como director deportivo. Su influencia, ya mediatizada en el pasado por la sombra permanente de Jorge Mendes y el intervencionismo de Lim en las grandes operaciones, se ha visto ahora menguada por los resultados en este primer tercio de campeonato, y el posicionamiento firme de Prandelli.

Por delante queda un mes sin competición oficial. El próximo encuentro contra el Real Madrid se ha aplazado a febrero por la coincidencia con el Mundial de Clubes y el Valencia pasará las navidades con la simbólica carga de estar en posiciones de descenso. Un lapso de tiempo que también es una oportunidad para la regeneración. Primero para meditar con calma qué modelo de plantilla se quiere, ya que el plazo de fichajes acaba el 31 de enero. Por otro lado, y con la sola excepción del partido de vuelta de la Copa del Rey ante el Leganés „encarrilado con el 1-3 de la ida„, la ausencia de encuentros es una ocasión para trabajar con la mentalidad de una pretemporada.

La desaparición de escena hasta el 8 de enero, fecha en la que se visita a Osasuna, permite desconectar mentalmente y restar presión a una plantilla consumida por la ansiedad, bloqueada cada vez que debe comparecer en el césped, sobre todo en Mestalla. La crisis deportiva se explica por encima de cualquier otra circunstancia por el desplome del rendimiento del Valencia como local. El futuro del equipo pasa por recuperar la fortaleza en Mestalla.