Loado sea Peter Lim, que en un año en que el Valencia está fuera de los grandes campeonatos europeos y está al borde del descenso a Segunda, ha conseguido que el nombre del club se haya hecho más internacional. Del Valencia ya no hablan solo los diarios deportivos españoles, que tampoco le prestan demasiada atención ni siquiera en los momentos gloriosos, sino que ya ha alcanzado tal trascendencia que ha sido noticia en dos diarios de renombre mundial como el británico The Guardian y el estadounidense The New York Times.
Loado sea Lim, que nos ha devuelto a los mejores años de nuestra vida, al tiempo en que el Valencia jugaba finales de Copa de Europa y por ello era notica. Los diarios de medio mundo publican, al tiempo, las cifras de negocio que manejan Manchester United, Real Madrid y Barcelona, entre otros distinguidos miembros de la elite universal. En el podio del mundo del fútbol mundial no está el Valencia y tampoco en el nacional, que es lo realmente lamentable. Está, desgraciadamente, en el furgón de cola. No solo no aspira a ganar la Liga, sino que está cerca del farolillo rojo.
De esta circunstancia se han hecho eco los dos periódicos citados. Han dicho más o menos lo que hace ya más de dos años algunos mal pensados vaticinamos lo que iba a suceder. No es nuevo lo que cuentan The Guardian y The New York Times, pero tiene trascendencia. La opiniones de algunos se las fue pasando por la entrepierna el señor Lim y su cohorte.
En algunos momentos hasta contó con turiferarios locales. Fue auténtica maldición la que trajo a Valencia el tal Salvo y su conmilitón don Aurelio. Los neoyorquinos no solamente relatan la miseria deportiva que significan los cambios de entrenador y el lugar que se ocupa en la tabla, sino que también recuerdan el hecho de que Jorge Mendes llevó la desgracia al Deportivo de la Coruña y ha hecho lo mismo en Mestalla.
Lo más favorable que dicen de la situación actual es «desastre», «desorden absoluto», «caos en Mestalla». «"Un club habitualmente inestable se tambalea hacia el desastre».
En los artículos dedicados al club hay una figura que se salva. No es otro que Voro, el bombero que llega a Mestalla con las llamas en las gradas y en los alrededores. Tengo la impresión de que al señor de Singapur le va a importar una higa lo que se dice del Valencia, aunque tengo la sospecha de que su apariencia de hombre de negocios importantes queda un tanto malparada.
En el Vicente Calderón no lo quisieron de socio. Mejor sería que se marchara de Mestalla. Ilusiona que ya no lo quieran ni aquellos ilusos que hasta le dedicaron una peña.
Posdata. Los miembros de la Fundación que votaron a favor de Lim han decidido callar. Los impulsos tras la vergonzante derrota ante el Celta se han limitado a cuatro. No habrá carta pidiendo explicaciones. A uno parece que le ofrecieron puesto en la actual directiva.
