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La libertad del antidivo

La libertad del antidivo

Kempes siempre aspiró a la libertad. Cuando corría con los brazos extendidos al cielo para celebrar alguno de sus cientos de goles, descargas brutales de energía que hacían vibrar a miles seguidores del Valencia y de la selección argentina. Y, cómo no, ahora, a los 62 años, cuando habla de su equipo después de seis by-pass en el corazón y de un suculento sueldo como comentarista de fútbol en la cadena estadounidense ESPN.

El Matador no necesita el salario del Valencia para llevar una vida digna en su casa de Briston, en Estados Unidos. Y, por supuesto, dice lo que piensa sobre la realidad del actual Valencia y de su gestión en los dos últimos años, un desastre mayúsculo. La consecuencia ha sido su despido como embajador del club de Mestalla, un cargo que le otorgó el expresidente Amadeo Salvo, remunerado con un sueldo anual (moderado para tratarse de Kempes) y un cantidad de 1.000 euros por asistencia a cada acto.

Ayer Kempes atendió a Vicent Chilet y soltó un chorro de verdades con su peculiar y divertido estilo de quien no se da demasiada importancia a sí mismo. Entre ellas, la sorprendente defensa de Layhoon Chan, la presidenta. «Lim la ha abandonado, la ha dejado en un circo rodeada de leones». Esa misma sensación tuvimos quienes creímos, durante meses, en la sensibilidad de la dirigente por ganarse el corazón de la hinchada. Hasta que Lim, en efecto, la dejó a los pies de los caballos con la venta de Alcácer al Barça tras haber prometido ella lo contrario a los peñistas.

En los 98 años de historia del Valencia CF, Kempes ha sido probablemente el jugador más querido, primero por ser una estrella mundial de finales de los setenta (el mejor de su tiempo), y segundo por estar ligado al club de Mestalla más que a ningún otro en su carrera, convirtiéndose en un icono a la altura de Di Stéfano en el Madrid o de Cruyff en el Barça. También por su carácter ajeno a toda afectación, tan libre para entrenar en El Puig, en Bolivia o en Albania, sin caerle los anillos siempre que fuera cerca de un balón.

Fernando Morena, un coetáneo suyo en el Valencia, recuerda la generosidad de Kempes cuando disponía de una falta a su favor. Pese a ser un especialista, El Matador le cedía al delantero uruguayo la prioridad. «Kempes era el antidivo. Si había un penal o un tiro libre, me decía: ´Tiralo vos´».

De ahí el huracán de indignación levantado ayer entre los valencianistas cuando se enteraron por boca del propio Kempes de la desviculación del club. Ese sentimiento se escapa a la visión empresarial del dueño del Valencia, Peter Lim, al prescindir de Kempes en el momento más inoportuno, con el equipo cayendo al vacío tras dos años de ir despersonalizando la plantilla, sin referentes ni dentro ni fuera del campo.

El mensaje de Lim es claro: no admite las críticas de un empleado de la sociedad, a eso reduce la figura legendaria de Kempes. Cuando debería ser justo lo contrario, dejar la puerta abierta al análisis y a los consejos de una personalidad del fútbol mundial.

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