Voro González tiene un equipo que se mueve en el alambre. El equilibrio del Valencia es frágil, tal como ha quedado demostrado en los dos últimos encuentros en los que el técnico no ha podido disponer de su «once» de mayores garantías. Ha sucedido ante el Eibar en Mestalla, por una avalancha de lesiones y sanciones, y contra el Alavés en Mendizorroza, donde Voro quiso dosificar el esfuerzo acumulado de una plantilla que se confirma, de nuevo, como demasiado descompensada. Los dos partidos se han resuelto con derrotas (0-4 y 2-1, respectivamente) en las que el rendimiento del Valencia fue bastante inferior al de su rival.

El Valencia llegaba a Vitoria después de la heroicidad que supuso derrotar al líder Real Madrid. Un triunfo inesperado marcado por la conjunción de una efectividad casi perfecta y una capacidad de sufrimiento extrema y acompañada de la necesaria fortuna. Tres puntos de indiscutible mérito y merecimiento pero que, sin embargo, son una excepción y no marcan el nivel real del Valencia, con unas deficiencias estructurales que han quedado patentes en las dos últimas temporadas. Voro ha encontrado una alineación muy competitiva que no goza de continuidad en su rendimiento cuando se debe echar mano del banquillo, el fondo de armario de los blanquinegros no ha dado continuidad al buen nivel ofrecido en partidos contra el Espanyol, Athletic Club y el mencionado duelo contra el Real Madrid. La aportación de jugadores como Mario Suárez o Aymen Abdennour, lejos de su mejor momento de forma, han supuesto un bajón en las prestaciones colectivas.

Otro punto que pesa en la balanza, y que explica la debilidad del Valencia, es el apartado físico. En la previa del encuentro ante el Madrid, Voro ya deslizó un mensaje de preocupación por la fatiga de sus jugadores en un tramo de calendario muy apretado. En el cansancio acumulado se han unido dos factores. Por un lado, los dos fichajes de invierno, Simone Zaza y Fabián Orellana, pese a su incidencia positiva a corto plazo, llegaban de un prolongado tiempo sin competir en sus anteriores clubes y su combustible es limitado. Otros futbolistas que estaban en una inercia positiva, caso de Munir El Haddadi, estaban completamente agotados en la segunda parte en Vitoria.

En la segunda parte de la ecuación entran los continuados cambios que el Valencia ha tenido en sus distintos cuerpos técnicos, que han quebrantado la normalidad de la preparación física. La presencia de entrenadores de corta estancia (caso de Gary Neville o Cesare Prandelli), críticos con el legado de sus predecesores en el trabajo físico, Nuno y Pako Ayestarán, llevó a realizar una especie de minipretemporadas en pleno ejercicio. Tanto cambio de libreto ha alterado al equipo, aunque ni Voro ni Chema Sanz han usado este argumento como excusa.